"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


viernes, 19 de julio de 2013

LA MUJER: OBRA MAESTRA DE DIOS



A la hora del almuerzo en la oficina, los caballeros en la mesa bromeaban cuánto ahorraríamos las mujeres si no gastáramos en maquillaje. “No toque esa tecla” fue mi espontánea reacción. En su sabia conclusión, expresaron que ser mujer “es complicado”.  Si, es complicado, ¡pero nada aburrido! 


Hablar de la mujer es hablar de una idea maravillosa de Dios. Una frase entusiasta publicada por una amiga en su muro de las redes sociales, me hizo pensar que es importante describir y verbalizar las bendiciones que Dios tiene disponibles para nosotras: “Soy bendecida, soy perdonada, soy redimida, soy restaurada, soy amada, soy ungida, soy altamente bienaventurada, ¡soy la obra maestra de Dios!
¡Dios se lució creando a la mujer!, nos dio exactamente lo que necesitábamos, vio lo que al hombre le faltaba y puso en la mujer el complemento perfecto.
Tan bella es la mujer en todo sentido, tan sensible, tan cariñosa, tan llena de paciencia y tolerancia, tan sabia ella, tan astuta, tan precavida, tan audaz, tan fuerte y la vez romántica, la mujer es una obra maestra que solo el Maestro podía crear. Le damos un color hermoso a la vida, Somos las que sueñan, suspiran y hasta lloran tanto por dolor como de felicidad.
Y tú me dirás: Esa no es la realidad de mi vida. Yo no me siento así de entusiasta y optimista respecto a mi existencia.  Y te entiendo mi amiga, porque todo conspira contra nuestra bendición. La obra maestra de Dios, fue blanco desde el principio del enemigo Satanás. 

Qué dramática la situación que hallamos en el capítulo 3 del libro de Génesis en la Biblia, cuando Eva, la primera mujer, sostiene una conversación peligrosa con la serpiente, figura del mismo enemigo de Dios, y guiada por esta, toma la decisión de ignorar el mandato de Dios, tomando y probando  del fruto prohibido.  
La oferta de la serpiente parece haber sido al estilo de los comerciales que terminan con el estribillo de que “algunas restricciones aplican”.
Para Eva, aquel error significaría mucho, mucho dolor. Dolor que al día de hoy acompaña a cada niña que viene al mundo.
La enemistad con la serpiente ha implicado que el enemigo se ensañe de forma particular con la mujer. Para mí esto explica por qué tanta calamidad acompaña a la mujer en toda la historia y en todas las culturas. La discriminación, la violencia, los abusos, las violaciones, las privaciones de derechos entre otros crímenes, tienen como víctimas a millones de mujeres en todo el planeta.

Para la raza humana en general, las consecuencias de su decisión incluye muerte física y muerte espiritual, separación de Dios. Para la mujer en particular, el dolor en el parto, un dolor atroz, que sin embargo, no se compara con el dolor emocional que Eva sufriría en particular al ver a sus hijos crecer y uno asesinar  al otro. Es mucha tragedia.
Cuantas veces has escuchado palabras racistas en contra de la mujer, palabras hirientes, actitudes que te hacen sentir inferior, sin importancia, en algunas ocasiones hasta maltratos físicos o emocionales, critica, burlas, algunos por machismo, costumbres, ya sea en tu hogar, trabajo, escuela, o áreas que te desenvuelves con cargos importantes o tal vez eres una ama de casa y recibes maltrato. Conozco el drama de una mujer lastimada, herida, atacada o criticada por querer salir adelante, tal vez te sientes cansada o en ocasiones hasta has sentido que estás luchando sola, pues déjame decirte que la mujer, en Dios tiene un gran valor, tal como lo muestra Su Palabra. 
En  mismo texto de Génesis surge la esperanza en la simiente de la mujer, que es una anticipación de la intervención de Jesucristo en la historia humana.
Dios nos ha buscado, y nos ha comprado como el mercader dio todo lo que tenía por una única e irrepetible perla preciosa.  
Yo soy la perla, Dios padre es el mercader, que para rescatarme, para poseerme, dio todo lo que tenía. 
El mismo padre que cubrió en el edén nuestra culpa, miedo y vergüenza, sacrificando vida para cubrirnos, luego nos cubrió de una vez y para siempre con el sacrificio de Cristo. 
Soy bendecida, soy perdonada, soy redimida, soy restaurada, soy amada, soy ungida, soy altamente bienaventurada. ¡¡¡ Soy la obra maestra de Dios!!!.

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