"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


martes, 15 de febrero de 2022

¡SOBRECALIFICADO!

Usé muchas veces el término “Sobrecalificado”  para etiquetar personas que entrevisté en mi rol de gestora de talento humano. En estas notas,  cito un par de casos para plantear un contraste, así como un par de prototipos para  luego hacer algunos comentarios de aplicación.


     I.        El CANDIDATO JUNIOR

El joven llegó a su entrevista con semblante relajado y la actitud de quien tiene alta confianza en sí mismo. Se acomodó un poco más de la cuenta en la silla, reclinándose con las piernas extendidas y cruzadas hasta el punto que casi lucía acostado sobre ella.

Luego de unos minutos validando sus datos y nivel académico, entramos al aspecto laboral. Pocos meses atrás había renunciado de un puesto de servicio al cliente en una plaza comercial.  Cuando le pregunté por qué renunció, simplemente dijo que ese empleo no llenaba sus expectativas. Quise saber sobre tales esperanzas. Su respuesta me sorprendió un poco: “Yo soy un objetivo del mercado”, expresó sin humildad alguna. En su mente, él entendía que era un perfil demandado y que, en vez de buscar empleo, las empresas lo deberían buscar a él.  Nada, (reitero, nada) en la escasa data de su hoja de vida me parecía coherente con ese planteamiento. Supuse que me equivoqué al concertar esa entrevista. Nuestra organización probablemente tampoco llenaría las expectativas de este joven, a quien sumé a mi  lista de los últimos billones de coca colas del desierto, y me animé a reflexionar sobre la pertinencia de tener un balance saludable de autoconfianza y sensatez.


   II.        EL CANDIDATO SENIOR

El licenciado llegó a la entrevista con mucho interés y entusiasmo por la posición. En impecable traje y con radiante personalidad, me dijo sentir pasión por causas como las que enuncia nuestra misión. Añadió que había estado en puestos y organizaciones de mayor trayectoria y estructura que la nuestra, lo que garantizaba que su desempeño no era algo de que preocuparse.  Durante la entrevista, se había sincerizado respecto a urgentes dificultades financieras que estaban presionándole hasta manejar ciertos grados de ansiedad, ya que, al estar desempleado por varios meses, las deudas empezaban a acumularse. Este dato me hizo pensar que estaba ante la dinámica ganar/ganar. (El tiene las calificaciones suficientes, yo le ofrezco un  paquete competitivo que en poco tiempo le apoyará a estabilizarse).   La magia terminó cuando hablamos de las compensaciones del puesto.  La persona expresó  aspiraciones de   desproporcionadas para el contexto de nuestra escala. No fue posible llegar a un acuerdo.  Un cordial apretón manos concluyó otro capítulo  de esos en los cuales hay que reflexionar sobre más de una variable. ¿Realmente esta persona está orientada a la vocación? ¿Es la presión financiera un factor determinante para emplearse aún por debajo de nuestras expectativas económicas?

Siempre habrá mucho que analizar en cuanto a la persona idónea para una posición. Pero encontré ejemplos de casos extraordinarios en los que estar sobrecalificado no fue motivo para inmovilizarse.  


 III.        CASOS ATIPICOS:  PROTOTIPOS ESPECIALES

Filipenses 3 en la Biblia contiene el resumé de un destacado y brillante joven teólogo: Pablo estudió en las mejores academias de su tiempo y a los pies de los más prestigiosos maestros. Su amplia formación, equivalente a los incontables PHDs de nuestros días, le permitió ser parte de una élite desde muy temprana edad. Pero cuando se encontró con Jesús, consideró que había un camino más excelente, y al convertirse en misionero, echó a la basura sus diplomas y certificados académicos. Inició una travesía de servicio en la que, para sustentarte,  se dedicó a confeccionar tiendas (casas de campaña) con sus propias manos.  Visto desde la perspectiva social y humana, este hombre había descendido significativamente en la escala laboral hacia los puestos más básicos de la pirámide.

Pero si un caso me deja perpleja es el de Jesús mismo: Pensar que él, siendo el hijo de Dios,  vino al mundo  (lo que ya implicaba una actitud de humillación) con una extraordinaria  misión (La salvación de la humanidad)  pero antes, sirvió por años como carpintero en un pequeño taller de un pueblito marginado.

En resumidas cuentas,  Pablo y nuestro Señor Jesucristo pueden hablar sobre lo que es estar sobrecalificado para un trabajo!  Ninguna labor reduce nuestra dignidad personal. Por más básica que sea en proporción a nuestro nivel académico y récord de experiencias, se puede hallar realización en cualquier rol, siempre que este sea instrumento para satisfacer nuestra vocación o sea simplemente un temporal en nuestras circunstancias.

En un tercer prototipo, José, quien fue desde conserje, hasta mayordomo de la cárcel antes de llegar a ser el segundo al mando en Egipto,  concluyo que el rol que nos toque jugar hoy quizá no es el destino final, sino un peldaño hacia la cima. 

Si nos toca, provisional o permanentemente, vivir de una tarea para la que estamos sobrecalificados, disfrutemos el trabajo, realizándolo con responsabilidad y excelencia, pues como alguien dijo, la felicidad no está en el destino,  la felicidad es el camino. 

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