"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


jueves, 13 de abril de 2023

COLAPSO

                     Vista del Puerto Don Diego, Santo Domingo, desde mi ventana en Mayo del 2020.
 

Viví casi tres años frente al puerto Don Diego, en Santo Domingo. La vista del rio Ozama y de la Zona Colonial desde mis ventanas me fascinaba, pues el sol  hacía resplandecer las aguas al amanecer, y  sobredimensionaba  el  encanto de los viejos muros de la  ciudad.

Además, cada semana amanecía ante mis ojos alguna novedad, ya fuera el rutinario Ferry, que va  y viene de Puerto Rico regularmente, o los enormes barcos cargueros  abarrotados de vehículos, que eran colocados en una hilera a todo lo largo del muelle, paralelo a la avenida del Puerto, entre las instalaciones de aduanas y el puente flotante.

En ese tiempo, vi atracar en el puerto yates de lujo, algunos muy emblemáticos como aquel cuya propiedad se atribuye un magnate ruso, que creó mucha curiosidad y  alarma en la ciudad pues las autoridades lo tenían rodeado impidiendo su partida. Recuerdo  los buque-escuela, que hospitalariamente permitían a los interesados subir a bordo y pasearse por las instalaciones.  Algunas mañanas mis ojos quedaban fijos ante el asombro de magníficos y suntuosos cruceros que hacían su entrada espectacular hasta instalarse justo frente a mi condominio. ¡No podía pedir más entretenimiento!

Por eso, mi corazón se sacudió hace unos días con la inesperada noticia del colapso de esa área del puerto. Las imágenes publicadas en los medios me causaron asombro y nostalgia. ¿Cómo fue posible esta situación? Los voceros de las instituciones correspondientes afirman que se trató de una sobrecarga de peso, por un cargamento de acero que se colocó allí. Gracias a Dios, no hubo personas afectadas por el lamentable suceso. Sin embargo, costará tiempo y dinero reconstruir esa zona.

La situación me hizo reflexionar también, pensando que, en ocasiones, las personas somos como ese puerto, manejando y procesando cargas que corresponden a nuestros roles y responsabilidades en la vida. A veces, voluntaria o involuntariamente, nos sobrecargamos, asumimos más y más compromisos, deberes y tareas sin tomar en cuenta que podemos estar atentando contra nuestra capacidad de resistencia. En su momento, algunas señales nos avisan que hay peligro, pero las ignoramos hasta que … lo inevitable sucede: nos desplomamos, ya sea con un evento de salud mayor, o alguna área de la vida, descuidada por sobre atender otras, se quiebra y causa el derrumbe de todo lo demás… ¿Puede usted pensar si acaso no está su vida en peligro de colapso?

Hay que saber reconocer nuestros límites de esfuerzo y  resistencia.  Hay que administrar las cargas que nos corresponde de llevar, si queremos evitar quedar en ruinas.

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