lunes, 27 de enero de 2025

DE AYUNOS PUBLICOS Y PRIVADOS

 

El ayuno puede entenderse desde diferentes perspectivas: tradiciones religiosas profundamente arraigadas y calendarizadas, prácticas dietéticas orientadas a mejorar la salud y el peso, e incluso huelgas de hambre motivadas por causas políticas, sociales o laborales. En el cristianismo, el ayuno es una expresión práctica de la fe que, con frecuencia, se complementa con la oración.

En la Biblia, encontramos ejemplos de ayunos comunitarios, donde todo el pueblo participaba como parte de un acto de arrepentimiento colectivo y búsqueda del favor de Dios. Sin embargo, Jesús lo presentó como una práctica espiritual personal, dejando claro que no debe realizarse con la intención de exhibir rectitud o piedad ante los demás. (Mateo 6:16-18).

El ayuno cristiano se caracteriza por evitar toda presunción. Jesús enseñó que, al ayunar, no debemos lucir sombríos ni enfatizar nuestra debilidad física. En cambio, indicó que debemos ungir nuestra cabeza y lavarnos la cara, dando la impresión de normalidad. Esto asegura que el ayuno sea visto únicamente por el Padre celestial, quien nos recompensará en público.

En nuestro contexto, el ayuno puede ir más allá de la abstinencia de alimentos. Podría incluir renunciar temporalmente a la televisión, las redes sociales o los gastos, comprometiéndonos con Dios en actos que fortalezcan nuestra relación con Él. En esencia, el ayuno no es un acto público, sino un momento privado para profundizar nuestra vida de oración y comunión con Dios.

Imagen: Pixabay de uso libre. 

lunes, 20 de enero de 2025

ORACIONES HORIZONTALES VS. VERTICALES

 

El modelo de oración que Jesús nos enseñó está diseñado para guiarnos hacia una comunicación genuina y eficaz con Dios Padre. Aunque la oración pública y congregacional tiene su lugar, en todo contexto debemos recordar que oramos a Dios, no a la audiencia presente.

En ocasiones, he observado eventos donde la oración parece más una arenga política o un poema destinado a impresionar a los presentes. Jesús advirtió que este tipo de oraciones no necesariamente tienen como objetivo ser escuchadas por Dios; son oraciones horizontales. Jesús nos dio dos ejemplos a evitar: los hipócritas que oran para ser vistos por los hombres, y los gentiles que usan palabrería (jerga y verborrea) intentando "impresionar" a Dios.

En su lugar, sigamos el modelo que Él nos dejó, conocido como el Padre Nuestro[1]. No se trata de repetirlo mecánicamente, sino de dirigir nuestras oraciones a Dios, poner su reino y voluntad como prioridad, presentar nuestras necesidades diarias, y buscar el poder espiritual para ser librados del mal, perdonar y ser perdonados.



[1] Mateo 5: 5-15

lunes, 13 de enero de 2025

EL SENDERO DE LA VIDA

 

Imagen: Pixabay. Uso libre

El senderismo es considerado como una actividad saludable, con beneficios físicos y  mentales  El concepto del sendero es una analogía muy común en la Biblia para describir el rumbo que podemos tomar en la vida.

El Salmo 16 nos invita a reflexionar sobre la importancia de elegir el sendero de la vida en lugar del camino de la muerte. Este sendero es más que una simple dirección; es una vida protegida y guiada por Dios. David nos recuerda que Dios es nuestro refugio, una roca firme y un abrigo seguro en tiempos de dificultad. No hay bien alguno fuera de Él, y al reconocer esto, podemos hacer un inventario de nuestra vida y ver cómo todas las cosas buenas provienen de Su mano.

Seguir el sendero de la vida nos conduce a experimentar un deleite profundo, porque Dios se deleita en su pueblo. Este camino también nos promete una herencia hermosa, no solo en términos materiales, sino una herencia espiritual que tiene valor eterno. Además, Dios nos guía con un consejo perfecto, siempre presente para orientarnos en las decisiones más complejas.

El sendero de la vida no solo ofrece seguridad eterna, sino también un gozo que trasciende las circunstancias. En él encontramos placeres duraderos y una alegría que no se agota. Dios, en su bondad, nos revela este sendero, asegurándonos que no caminamos solos. Al seguirlo, hallamos la plenitud de vida que solo Él puede dar. Dios no solo nos ofrece el sendero de la vida, sino que también nos lo da a conocer, para que podamos caminar en él con confianza y esperanza.

domingo, 5 de enero de 2025

SABOREANDO LA FRESCURA DE LA PALABRA CADA DÍA


El Salmo 19, un hermoso cántico de David, nos invita a contemplar la gloria de Dios manifestada en Su creación y a saborear la frescura de Su Palabra cada día. En este salmo, David describe cómo los cielos declaran la gloria de Dios, y cómo Su Palabra escrita, a través de la ley, los preceptos y los mandamientos, nos guía hacia una vida plena.

La Palabra de Dios no es solo un conjunto de reglas, es una fuente de renovación y sabiduría. Al leerla, nuestra alma se renueva, y quienes son sencillos reciben entendimiento. La alegría que infunde en el corazón es incomparable, y su pureza ilumina nuestros ojos, brindándonos claridad en medio de la oscuridad.

Además, nos despierta un profundo respeto hacia el Señor, recordándonos la ventaja de temerle. Nos arraiga en la verdad, alejándonos de la confusión del mundo, y nos advierte de las consecuencias del pecado. Sin embargo, no solo nos previene, sino que también promete grandes recompensas a quienes guardan sus enseñanzas con fidelidad.

La Palabra es como un espejo que expone nuestros pecados, revelando nuestra necesidad de redención. Pero en ese mismo reflejo encontramos la provisión de Dios para nuestra salvación: Jesús, la Palabra hecha carne, quien nos ofrece el camino a una vida eterna.

Así que, deleitémonos en la Palabra de Dios cada día. En ella encontramos dirección, consuelo, y la revelación del amor de Dios a través de Jesucristo. Al meditar en sus enseñanzas, descubrimos la frescura de Su presencia y la esperanza de Su promesa.


viernes, 3 de enero de 2025

CUANDO EL APLAUSO NO LLEGA


En un evento cristiano me presentaron a un joven cantante que, al parecer, es bastante popular en estos días. Sin embargo, al no ser consumidora de ciertos géneros musicales, y ciertamente, al estar desconectada
  por varios años de la producción radial musical,  sinceramente no conocía al joven ni estoy familiarizada con su música. Al saludarlo, noté en su expresión que esperaba de mi parte una reacción efusiva y melodramática, como la que recibió de algunas jóvenes fans presentes.

Ante mi incapacidad de comentar sobre su persona y explicar con sencillez que no estaba familiarizada con su trabajo pero que procuraría escucharlo oportunamente, respondió con una frase inesperada: “Usted vive debajo de las piedras si no ha escuchado mi música”.

Este encuentro me llevó a reflexionar sobre el mensaje de Proverbios 27:2: "Alábate el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos". Este pasaje nos invita a considerar la importancia de la humildad, la autoestima y cómo manejamos el deseo de ser reconocidos. La subjetividad tiende a ver como que el mundo gira a nuestro alrededor. Anda el ser humano buscando la forma de ser conocido y reconocido, llegando al grado de la autoalabanza.

La búsqueda del aplauso surge de la necesidad de resaltar nuestras virtudes para obtener aprobación o destacar, reflejando a menudo orgullo o inseguridad. Si bien recibir reconocimiento es agradable, la autoalabanza es una flaqueza del carácter. En contraste, una sana autoestima se fundamenta en el reconocimiento de nuestro valor como creación de Dios, sin buscar compararnos o proclamarnos especiales. La autoestima verdadera no depende de la validación externa, sino de nuestra identidad en Cristo y del fruto de nuestras acciones.

¿Y qué hacemos cuando no recibimos el reconocimiento que creemos merecer? Este verso nos recuerda no depender de las alabanzas humanas. Dios ve nuestro corazón, nuestras intenciones y esfuerzos. Aunque el mundo no lo reconozca, el Señor recompensa las obras hechas con amor y fidelidad.

En lugar de buscar insistentemente el aplauso, vivamos de manera íntegra y confiemos en que Dios, a su tiempo, exaltará a quienes le honran. Su aprobación es la única que verdaderamente satisface y permanece.

jueves, 2 de enero de 2025

SOLO HICE MI TRABAJO


“…Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: ‘Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.’” Lucas 17:7-10

Me quedé pensativa cuando un entrevistador preguntó a un respetado pastor y predicador cómo quería ser recordado. Sin titubear, respondió: “Como un siervo de Dios”. Una respuesta sencilla que contrasta con el enfoque de muchas celebridades hoy día, quienes exhiben su caridad y proclaman estar “haciendo algo bonito para Dios”.

Cuando los discípulos pidieron a Jesús que aumentara su fe, Él respondió con una parábola que puede parecer dura. En ella, un siervo, después de un arduo día de trabajo, no recibe agradecimientos ni privilegios; simplemente cumple con su deber.

Este mensaje no defiende la esclavitud ni compara la relación empleado-jefe. Más bien, Jesús nos llama a examinar nuestra relación con Dios y nuestra actitud como sus siervos. La palabra doulos implica entrega total y una vida rendida por completo al servicio de Dios, sin condiciones ni reservas.

La senadora Elizabeth Dole, citada en el libro Encontrar a Dios en Harvard de Kelly Monroe, advierte contra la tentación de relegar a Dios a una “gaveta de archivos”, sacándolo solo cuando lo necesitamos.

Como discípulos, estamos llamados a servir con humildad y obediencia. No buscamos recompensas terrenales, sino el privilegio de ser parte de Su obra eterna. Hoy pidamos a Dios que nos ayude a ser siervos fieles, recordando que nuestra mayor recompensa es escuchar: "Bien, buen siervo y fiel."

Imagen: Pixabay de uso libre.