"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


viernes, 3 de enero de 2025

CUANDO EL APLAUSO NO LLEGA


En un evento cristiano me presentaron a un joven cantante que, al parecer, es bastante popular en estos días. Sin embargo, al no ser consumidora de ciertos géneros musicales, y ciertamente, al estar desconectada
  por varios años de la producción radial musical,  sinceramente no conocía al joven ni estoy familiarizada con su música. Al saludarlo, noté en su expresión que esperaba de mi parte una reacción efusiva y melodramática, como la que recibió de algunas jóvenes fans presentes.

Ante mi incapacidad de comentar sobre su persona y explicar con sencillez que no estaba familiarizada con su trabajo pero que procuraría escucharlo oportunamente, respondió con una frase inesperada: “Usted vive debajo de las piedras si no ha escuchado mi música”.

Este encuentro me llevó a reflexionar sobre el mensaje de Proverbios 27:2: "Alábate el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos". Este pasaje nos invita a considerar la importancia de la humildad, la autoestima y cómo manejamos el deseo de ser reconocidos. La subjetividad tiende a ver como que el mundo gira a nuestro alrededor. Anda el ser humano buscando la forma de ser conocido y reconocido, llegando al grado de la autoalabanza.

La búsqueda del aplauso surge de la necesidad de resaltar nuestras virtudes para obtener aprobación o destacar, reflejando a menudo orgullo o inseguridad. Si bien recibir reconocimiento es agradable, la autoalabanza es una flaqueza del carácter. En contraste, una sana autoestima se fundamenta en el reconocimiento de nuestro valor como creación de Dios, sin buscar compararnos o proclamarnos especiales. La autoestima verdadera no depende de la validación externa, sino de nuestra identidad en Cristo y del fruto de nuestras acciones.

¿Y qué hacemos cuando no recibimos el reconocimiento que creemos merecer? Este verso nos recuerda no depender de las alabanzas humanas. Dios ve nuestro corazón, nuestras intenciones y esfuerzos. Aunque el mundo no lo reconozca, el Señor recompensa las obras hechas con amor y fidelidad.

En lugar de buscar insistentemente el aplauso, vivamos de manera íntegra y confiemos en que Dios, a su tiempo, exaltará a quienes le honran. Su aprobación es la única que verdaderamente satisface y permanece.

jueves, 2 de enero de 2025

SOLO HICE MI TRABAJO


“…Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: ‘Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.’” Lucas 17:7-10

Me quedé pensativa cuando un entrevistador preguntó a un respetado pastor y predicador cómo quería ser recordado. Sin titubear, respondió: “Como un siervo de Dios”. Una respuesta sencilla que contrasta con el enfoque de muchas celebridades hoy día, quienes exhiben su caridad y proclaman estar “haciendo algo bonito para Dios”.

Cuando los discípulos pidieron a Jesús que aumentara su fe, Él respondió con una parábola que puede parecer dura. En ella, un siervo, después de un arduo día de trabajo, no recibe agradecimientos ni privilegios; simplemente cumple con su deber.

Este mensaje no defiende la esclavitud ni compara la relación empleado-jefe. Más bien, Jesús nos llama a examinar nuestra relación con Dios y nuestra actitud como sus siervos. La palabra doulos implica entrega total y una vida rendida por completo al servicio de Dios, sin condiciones ni reservas.

La senadora Elizabeth Dole, citada en el libro Encontrar a Dios en Harvard de Kelly Monroe, advierte contra la tentación de relegar a Dios a una “gaveta de archivos”, sacándolo solo cuando lo necesitamos.

Como discípulos, estamos llamados a servir con humildad y obediencia. No buscamos recompensas terrenales, sino el privilegio de ser parte de Su obra eterna. Hoy pidamos a Dios que nos ayude a ser siervos fieles, recordando que nuestra mayor recompensa es escuchar: "Bien, buen siervo y fiel."

Imagen: Pixabay de uso libre.