lunes, 17 de febrero de 2025

A LOS JUECES LES PUEDE TOCAR EL BANQUILLO

 


Lo veo con frecuencia en las redes sociales: la gente se desborda al emitir juicios y ataques contundentes contra personas que, por lo general, ni siquiera conocen, todo en reacción a información que se publica y genera 'opinión'. Muchas veces, esta es una respuesta espontánea e instantánea, carente de los datos y el contexto necesarios para entender el panorama completo. En el mundo hay más jueces que acusados.

Juzgar es el acto de formar una opinión o criterio sobre algo o alguien a partir de la observación, la evaluación o la comparación con ciertos estándares. Puede implicar discernir y evaluar situaciones, conductas o ideas para determinar su valor o veracidad, así como dictar sentencia en un contexto legal. También se refiere a emitir juicios sobre las acciones o decisiones de otras personas, lo que puede llevar a la crítica.

En la Biblia, Jesús advierte contra el juicio hipócrita, instando a la autoevaluación antes de corregir a otros, pero también enfatiza la importancia del discernimiento para distinguir entre lo valioso y lo que no lo es.

La frase “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1) es probablemente el versículo más conocido de la Biblia. Pero también es el más malinterpretado y mal aplicado. Jesús señala la tendencia, demasiado común, de enfocarnos en los problemas de los demás (la paja en su ojo) mientras ignoramos los nuestros propios (la viga en nuestro ojo) (7:3-4). Implica que tal vez aquello por lo que señalamos a otro, pueda ser motivo para que nosotros mismos eventualmente  también seamos llevados al banquillo de los acusados.

La subjetividad juega un papel fundamental en el acto de juzgar a otros, ya que las percepciones individuales, experiencias previas, valores y prejuicios influyen directamente en la manera en que evaluamos a los demás. Cada juicio que emitimos está filtrado por nuestra perspectiva personal, lo que significa que rara vez es completamente objetivo.

La regla es ineludible: primero lidia contigo mismo ante Dios.

lunes, 10 de febrero de 2025

TRES VERDADES QUE TE LIBERAN DE LA ANSIEDAD

 


Vivimos en la era de la preocupación y la ansiedad. En Mateo 6:25-34, Jesús nos dice: “No se preocupen por nada”. Esto suena más fácil de decir que de hacer, pero Él también nos enseña cómo lograrlo. La ansiedad es una batalla interior, y Jesús busca "reconfigurar" nuestra mente a través de preguntas.

1.    ¿Quiénes somos?


En el contexto del pasaje, vida equivale a alma. Nuestra alma es más valiosa que las aves y las flores del campo. Jesús ya nos ha invitado a poner nuestros tesoros en el cielo. Si nuestra prioridad es invertir en lo eterno, las cosas materiales no deberían ser causa de ansiedad. Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

2.    ¿Cómo opera el mundo que nos rodea?

Las aves y las flores nos ofrecen una perspectiva diferente de la vida, por eso Jesús nos aconseja considerarlas. Contemplar la naturaleza es, en sí misma, una manera efectiva de combatir la ansiedad. Si Dios cuida tan bien de su creación, cuánto más cuidará de nosotros.

3.    ¿Quién es Dios?

En el verso 32, Jesús dice que nuestro Padre celestial sabe. En este contexto, los gentiles representan a quienes no tienen una relación personal con Dios. Para ellos, es natural enfocarse en la comida, la ropa y otras necesidades materiales. Sin embargo, como creyentes, tenemos la certeza de que Dios es nuestro proveedor y cuida de nosotros.

Jonathan Edwards señaló que, en el verso 33, Dios nos ofrece un trato: si damos prioridad a su Reino, Él se encargará de nuestras necesidades materiales.Trabajamos, nos ocupamos, pero confiamos en su fidelidad. 

Cuando la ansiedad intente dominarnos, transformémosla en un compromiso más apasionado con el evangelio. Canalicémosla como energía para la causa de Dios

lunes, 3 de febrero de 2025

CÓMO Y PORQUÉ HACER TESOROS EN EL CIELO

 

De más de una fuente he escuchado la afirmación de que el dinero es el tema más mencionado en la Biblia después del amor. Una posible razón es que el dinero compite constantemente por el lugar que solo Dios debe ocupar en nuestras vidas.

En Mateo 6:19-24, después de hablar sobre la oración y el ayuno como prácticas espirituales, Jesús se enfoca en el dinero. Nos invita a hacer tesoros en el cielo. Sabemos cómo depositar en una cuenta bancaria o ahorrar en una alcancía, pero podríamos preguntarnos: ¿cómo se deposita en el cielo?

Si entendemos el cielo en este contexto como el lugar donde Dios reina (el reino de los cielos, el reino de Dios), podemos reconocer que cuando el evangelio es predicado, el reino de Dios se extiende. Así que invertir en el cielo significa contribuir a la expansión del reino de Dios.

En la enseñanza de Jesús encontramos cuatro razones para invertir en los valores eternos del cielo:

1.    Es la mejor inversión. En esta tierra, los recursos están constantemente en riesgo. Hoy en día es común escuchar sobre hackers que roban la identidad de las personas y vacían sus cuentas en minutos. También sabemos de la volatilidad del mercado de valores.

2.    Invertir en el reino de Dios dirige nuestro corazón hacia el cielo. Jesús dijo: "Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." (Mateo 6:21).

3.    Le da significado a nuestra vida. La ilustración del ojo sano como fuente de luz para todo el cuerpo implica que, al invertir en el reino, nuestros ojos se abren al verdadero propósito de la vida.

4.    Es una decisión fundamental. Tener al dinero como señor no depende de cuánto tengamos, sino de nuestra actitud hacia él. Podemos poseer dinero y servir a Dios, pero no podemos servir a Dios y al dinero al mismo tiempo.

¿Cómo saber dónde está nuestro tesoro? Revisemos nuestras transacciones y reflexionemos sobre cómo usamos los recursos que Dios nos ha dado.