martes, 29 de julio de 2025

LAS 9 “P” DE LA PROTECCIÓN Y LA PROMESA DIVINA

El Salmo 16 es una joya de confianza y esperanza. En sus once versículos, identificamos al menos 9 conceptos que definiremos con la letra “P” y que resumen la experiencia espiritual de David: Petición, Proclamación,  Presencia, Personas, Provisión, Percepción, Paz, Promesa y Profecía. Cada una de estas áreas revela cómo Dios se manifiesta como nuestro refugio y guía en todas las etapas de la vida.

David comienza con una petición y una proclamación  sincera: “Guárdame, oh Dios (petición), porque en ti he confiado (proclamación)” (v.1). Su vida estaba en peligro o bajo presión, no especifica qué le sucedía en este caso, pero su primer instinto es correr a Dios. Él sabe que solo el Señor puede protegerle de verdad.

 Luego afirma con claridad la importancia de la Presencia de Dios: “No hay para mí bien fuera de ti” (v.2). Nada en el mundo puede compararse con estar cerca de Dios. Esa cercanía es su mayor bien y su verdadero refugio.

 En el siguiente versículo, David da gracias por las personas que lo rodean: “Los santos… son toda mi complacencia” (v.3). Dios nos coloca junto a otros creyentes para animarnos, fortalecernos y ayudarnos mutuamente a perseverar. Es bueno tener un inventario de la gente que Dios usa para bendecir nuestras vidas.

 Con gratitud, reconoce la generosa Provisión divina: “La heredad que me ha tocado es hermosa” (v.6). Hay satisfacción, estabilidad y seguridad en lo que Dios da, incluso si no siempre es lo que esperábamos. Veamos esta provisión más allá del aquí y ahora, es trascendente.

 En el versículo 7, David celebra la Percepción espiritual que Dios le da: “Me aconseja… aun en las noches”. Su corazón es instruido por el Señor incluso en el silencio. Esa guía constante nos prepara para tomar decisiones sabias. En nuestros desvelos es bueno aprovechar para convertir cada pensamiento en una petición de sabiduría y consejo de parte del Señor.


viernes, 18 de julio de 2025

DEL LAMENTO A LA ESPERANZA

 


En medio del dolor, la pérdida o la confusión, el lamento puede parecer una señal de debilidad o falta de fe. Sin embargo, los Salmos 42 y 43 nos muestran que el lamento es profundamente bíblico y necesario. Es un camino honesto hacia Dios, una oración que nace del sufrimiento pero no se queda allí: se transforma en confianza.

Jesús mismo lamentó. En Getsemaní, su alma estaba "muy triste, hasta la muerte", y no ocultó su angustia. En la cruz, citando el Salmo 22, clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Estas expresiones no fueron falta de fe, sino un acto de confianza profunda en medio del dolor. El autor de Hebreos lo afirma: Jesús oró con clamor y lágrimas, y fue escuchado.

Todos enfrentamos momentos en que la vida nos sobrepasa: enfermedades, pérdidas, conflictos o luchas internas. El lamento nos permite llevar estas cargas ante Dios, sin pretensiones ni máscaras. Nos invita a acercarnos con humildad y sinceridad, a presentar nuestras preguntas, y a recordar quién es Él: nuestro refugio y salvación.

Lamentar no es rendirse, sino un paso valiente hacia la esperanza. En medio del quebranto, elegimos volver a Dios, expresar nuestras quejas con reverencia, presentar nuestras súplicas y renovar nuestra confianza. Porque aún en la oscuridad, podemos decir como el salmista: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5).


lunes, 14 de julio de 2025

SUPERANDO LOS TEMORES

 ¿Alguna vez has sentido miedo de compartir tu fe o de enfrentar el rechazo por seguir a Cristo? En Mateo 10:26–33, Jesús nos muestra cómo vencer nuestros cuatro temores más grandes.

Jesús tiene la verdad
Él nos recuerda que la Palabra de Dios no puede ser escondida ni silenciada. Aunque el mundo quiera cancelar u ocultar la verdad, nuestra misión es proclamarla con valentía. Lo que Jesús te enseña en la intimidad, compártelo. No te avergüences del evangelio; más bien, sé parte de una iglesia que proclama con firmeza la verdad de Dios.

Jesús tiene el future en sus manos
Hay algo más importante que el cuerpo: el alma. Jesús dice que no debemos temer a quienes pueden dañar nuestro cuerpo, sino al único que tiene autoridad sobre el alma. Temer a Dios no significa huir de Él, sino vivir con respeto y reverencia. Como alguien dijo: “Tu miedo puede ser más peligroso para ti que aquello que temes”.

Jesús cuida de ti

Dios está atento a cada detalle de tu vida. Él es soberano y está profundamente involucrado en Su creación. Tanto así, que cuenta cada cabello de tu cabeza. No estás solo. Él está presente, cercano y cuida de ti con amor personal. Si atiende a las avecillas, cuánto más a nosotros.


Jesús tiene el veredicto final

Confesar a Cristo requiere valentía. No temas al juicio de los demás, porque solo Dios es el Juez. Lo más importante es Su aprobación. Al reconocerlo públicamente, demuestras que tu fe está puesta en Él, y Él te reconocerá ante el Padre.

Señor, gracias por recordarme que no tengo que vivir con miedo. Ayúdame a proclamar tu verdad con valentía, a temerte a Ti por encima de todo, a confiar en tu cuidado y a vivir buscando tu aprobación. Amén

martes, 8 de julio de 2025

COMO OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS


Mateo 10:16-25

Jesús nunca hizo  a sus discípulos promesas de comodidad o aceptación universal. Desde el principio, les habló con claridad y enfáticamente : “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos” (Mateo 10:16). No es una imagen alentadora desde el punto de vista humano, pero sí una poderosa afirmación espiritual. Somos enviados al mundo no para adaptarnos a él, sino para impactarlo con la verdad y el amor de Cristo.

La oposición es parte del camino. Vivimos en medio de culturas mezcladas, pensamientos contrarios al evangelio y personas que no reconocen su necesidad de Dios. En ese contexto, Jesús nos llama a ser “sabios como serpientes y sencillos como palomas”. No se trata de ser astutos para manipular, ni ingenuos para caer en trampas, sino prudentes e inocentes, con corazones limpios y mentes despiertas.

El rechazo puede venir tanto del ámbito público como del entorno privado. Jesús advirtió que incluso los miembros de la familia pueden volverse en contra por causa del evangelio. Pero esa oposición no es señal de fracaso, sino evidencia de que el mensaje está cumpliendo su propósito. El Señor nos anima: “No os preocupéis por cómo o qué hablaréis, porque en aquella hora os será dado” (v.19). Su Espíritu nos acompañará.

El llamado es a perseverar hasta el fin (v.23), sabiendo que nuestro Maestro también fue rechazado, malentendido y perseguido. Seguir a Jesús implica pasar por lo que Él pasó, pero también experimentar su amor, su poder y su recompensa eterna. La oposición no es el final de la historia. Es parte del camino de los enviados con propósito.

Oración:
Señor, gracias por hablar con claridad y no ocultarme las dificultades del camino. Dame sabiduría para moverme entre lobos, y sencillez para reflejar tu amor. Ayúdame a perseverar, confiando en que tú estás conmigo y que tu Espíritu me dará palabras, fuerza y paz. Amén.

Imagen: Klaus Müller from Pixabay de uso libre.


jueves, 3 de julio de 2025

PERSONAS ORDINARIAS PARA UNA MISION EXTRAORDINARIA

 

Un sábado por la noche, mi esposo y yo comentábamos si valía la pena ver la más reciente película de la saga de Misión Imposible. Decidimos que sí, solo por curiosidad de ver qué nuevas habilidades mostraría el protagonista en las situaciones tan complicadas que enfrenta. Para nuestra sorpresa, al día siguiente en la congregación, el pastor mencionó precisamente esa idea: una misión imposible que requiere habilidades extraordinarias. Pero a diferencia del cine, en el Reino de Dios no se necesita gente con superpoderes. Jesús escoge personas comunes para encargos divinos, y Él mismo las capacita.

Eso es exactamente lo que vemos en Mateo capítulo 10. Jesús, después de observar a las multitudes como ovejas sin pastor, no solo pidió que se orara por obreros para la mies: actuó. Llamó a doce discípulos comunes y les dio una misión extraordinaria.

Eran hombres sin grandes credenciales, pero con un llamado claro. Jesús les dio autoridad, los hizo sus representantes y los envió. ¿Por qué doce? Porque simbolizaban las doce tribus de Israel, mostrando que Dios estaba restaurando y extendiendo su pueblo.

La misión no era sencilla: anunciar el Reino, sanar, limpiar, proclamar. Su mensaje era urgente: “El Reino de los cielos se ha acercado”. ¿Por qué? Porque Jesús estaba cerca. Su presencia entre ellos era la señal viva del Reino en acción.

Además, Jesús les dio instrucciones muy específicas: no llevar oro ni plata, no buscar comodidades, ni elegir dónde hospedarse por conveniencia. La misión no era un negocio, ni un viaje de placer. Era una encomienda sagrada, donde la provisión vendría de Dios y la hospitalidad se recibiría con humildad.

Jesús envía a sus seguidores confiando en que lo más importante no es lo que llevan, sino a quién representan. Su presencia cercana da sentido y poder a la misión. Y hoy, sigue llamando a personas dispuestas a confiar, obedecer y proclamar que el Reino está cerca, porque el Rey mismo está entre nosotros.