Trabajar es un mandamiento. Descansar también. Pero en la vida parece que unos solo trabajan y otros solo descansan. Es un desequilibrio. En resumidas cuentas, prefiero estar entre los que trabajan. Se creen muy listos algunos que no cumplen con sus responsabilidades aunque reciban salario por ello, pero su actitud es reprobable. Peor aun los que no trabajan y estorban a los que sì lo hacen.
La ociosidad lleva al tedio, (el aburrimiento) que puede escuchar todas las voces tentadoras, tiene caminos para todos los extravíos. Es una enfermedad del entendimiento que acomete a los ociosos.
Toda la escritura rebosa de principios y ejemplos de cómo Dios trabaja, cómo recompensa el trabajo y cómo desautoriza la vagancia. El trabajo diligente bien hecho da frutos abundantes y a largo plazo.
¿Qué cosas son las que nos pueden vacunar contra el tedio, el aburrimiento y la ociosidad? El apóstol Pedro dice, "...Vosotros también, también poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio Propio, al dominio propio, paciencia; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros y abunda, no os dejaran estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. (2 Pedro 1:58).
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