En la cabina de Radio Oriente, San Pedro de Macoris, 1988.
Un programa radial conocido como “Palabras de Vida” fue el catalizador de mis inicios en la fe cristiana y en la carrera de la comunicación. Primero como oyente, y luego como colaboradora, inicié un vínculo con esta producción que duró poco más de 5 años, llegando a ser la responsable de dicho espacio en sus últimas temporadas.
Las tardes calurosas no impedían que saliera de casa rauda y veloz, después del almuerzo, para estar en vivo al aire a la 1:30 PM, en Radio Oriente.Llena de entusiasmo ponía los equipos en “Cue” (tocadiscos, cartucheras y cassettes) y daba inicio a la transmisión de media hora. El disco de pasta dejaba salir las notas emblemáticas del himno “Oh Cantadmelas otra vez”
¡Oh, cantádmelas otra vez!
Bellas palabras de vida;
Hallo en ellas mi gozo y luz,
Bellas palabras de vida.
Sí, de luz y vida
Son sostén y guía;
¡Qué bellas son, qué bellas son!
Bellas palabras de vida,
¡Qué bellas son, qué bellas son!
Bellas palabras de vida.
Con el paso del tiempo obtuve un empleo como asistente de la directora de la Escuela de Pedagogía en la Universidad Central del Este, UCE. Esta era una gran oportunidad para mí de ganar experiencia laboral por primera vez y más aun dentro de mi campo de estudios, la educación. Aun así, tuve el privilegio de continuar disponiendo de mi hora de almuerzo para salir a la emisora y regresar a la rectoría de la universidad, donde estaba ubicado mi espacio de trabajo. Mi vida se volvió más intensa, pero la juventud y la pasión me sobraban.
Cuando llegó la etapa en que inicié mi misión con Radio Trans Mundial en Rep. Dominicana, las cosas se complicaron un poco más, porque tenía que trasladarme diariamente desde mi pueblo natal, San Pedro de Macorís, hasta Santo Domingo. A partir de entonces el programa tenía que salir grabado. Los viajes diarios eran agotadores, y me dejaban poco espacio para otras actividades. Mi rutina, que iniciaba de madrugada y terminaba en horas de la noche, incluía que al menos dos veces por semana, al regresar de Santo Domingo, en vez de ir a mi casa, me trasladara al hogar de la familia Ovalle, donde disponíamos de un modesto cuarto de grabación. Incontables las horas invertidas en aquel pequeño rincón haciendo grabaciones con recursos técnicos limitados. Mis amigos Alberto y Asdrubal eran verdaderos magos afinando y reparando equipos casi desahuciados, con los que lográbamos verdaderas proezas. Pero mis amigos se fueron a otras latitudes y quedé sola con aquella responsabilidad. El nivel de los compromisos que fui asumiendo y la escases de sustento para pagar tiempo de aire, fueron factores que se conjugaron para llevar a la determinación de cerrar el capítulo de Palabras de Vida, que se constituyó en mi primera experiencia significativa como comunicadora.
TIEMPO DE SALVACION.
Un subcapítulo de las producciones radiales de la Iglesia Bíblica Cristiana en San Pedro de Macorís, lo fue el espacio TIEMPO DE SALVACION.
El pastor Silverio Martínez, a las 7 am de cada domingo, estaba al aire con una entusiasta arenga para convocar a los oyentes a acudir a una iglesia. Era increíble la chispa con que hacía este anuncio, y cómo la ciudad se tornaba en un solo radio, al inicio del día.
Recuerdo haber madrugado para cubrir la ausencia del pastor Martínez cuando tenía compromisos fuera de la ciudad. La experiencia siempre era gratificante. Y el tiempo transcurría entre canciones, reflexiones, lectura de la Biblia, y oración. Y una expresión repetitiva del pastor Silverio, que a pesar de ello era bien recibida: “¡Hoy es Domingo, día del Señor! Hoy no es día de pelota, caballo, playa, pasadía… hoy es el día en que celebramos la resurrección gloriosa de nuestro buen Dios y Salvador Jesucristo,”
Luego lo escucharía repetir la misma expresión desde el púlpito en el templo, después de la Escuela Dominica. Continuará…