En mi país está dándose una dinámica
interesante en la que cada vez con mayor frecuencia comunicadores y medios son
demandados judicialmente por “difamación e injuria”. Se ha estado intentando delimitar si el medio
es igualmente responsable y por tanto objeto de demanda por causa de las
declaraciones planteadas de forma particular por un comunicador, ya sea
empleado del medio, o tenga en él un espacio pagado. Estos hechos me han puesto pensar de nuevo
en el concepto de la ética profesional en la comunicación, por la razón de que (sacando
aparte a quienes ejercen la comunicación de una manera responsable y coherente)
hay muchos medios y comunicadores que tienen una línea editorial viciada por
intereses particulares. Últimamente se les bautiza como “bocinas”, y algunos
tienen una habilidad camaleónica de cambiar de discurso al mejor postor.
La ética profesional puede definirse como la ciencia normativa que estudia los deberes
y los derechos profesionales de cada disciplina. También se le llama Deontología.
La ética de la comunicación es importante
porque debe establecer un espacio donde se pueda reflexionar y analizar los
grandes conflictos morales tales como los límites de la libertad de expresión y
la búsqueda obsesiva de la audiencia.
Analistas coinciden en plantear como los grandes atentados a la ética en la comunicación los siguientes fenómenos:
La
comunicación social que viola el bien de la persona. Los medios masivos pueden
usarse para bloquear a la comunidad y menoscabar el bien integral de las personas.
Pueden difundir noticias falsas y desinformación, favoreciendo la trivialidad y
la banalidad.
Uso
politizado de los medios. Los políticos sin escrúpulos usan los medios de
comunicación para la demagogia y el engaño, apoyando políticas injustas y
regímenes opresivos. Ridiculizan a sus adversarios y sistemáticamente
distorsionan y anulan la verdad por medio de la propaganda y de planteamientos
falsamente tranquilizadores. En este
caso, más que unir a las personas, los medios de comunicación sirven para
separarlas, creando tensiones y sospechas que constituyen gérmenes de
nuevos conflictos.
Poner el
lucro por encima de las personas. En lugar de promover la enseñanza, los medios de
comunicación pueden distraer a la gente y llevarla a perder el tiempo. De este
modo, los más perjudicados son los niños
y los jóvenes, pero los adultos también sufren esa influencia de programas
banales e inútiles.
¡Manipulación
religiosa!
presentando los mensajes religiosos con un estilo emotivo y manipulador, usando
los medios de comunicación como instrumentos para la autopromoción de personas que se consideran
autoridades espirituales, que hacen un flaco servicio a la difusión de la
verdad de Dios.
La esperanza es que ya existen códigos de
ética que regulan y establecen el comportamiento esperado de los comunicadores
y los medios. Lo importante sería que los gremios que agrupan a los
profesionales de la comunicación se comprometan y promuevan a regirse por ellos.
En el
caso particular de la comunicación Cristiana, se espera que tenga estándares
éticos aun más exigentes. Es importante que el comunicador cristiano tenga una
conciencia clara de lo que es la ética profesional y cómo aplicarla.
Es importante que los medios cristianos
establezcan con claridad su editorial y sus valores de modo que todo su equipo
se rija por los mismos.
Y finalmente,
aunque se tenga que adoptar el rol de la voz que clama en el desierto, en
ausencia de límites sociales deseables, que
nuestra conciencia, convicciones y carácter personal sean los que regulen
nuestro comportamiento individual.