Hay ofrendas de amor muy
genuinas que a veces ni entiendes porqué
las recibes. Hay ángeles vestidos de un ropaje tan mundano, y con todo, sus
acciones los delatan.
Como aquel desconocido que una noche se
detuvo al ver mi auto apagado en un tramo oscuro de la avenida. La batería del vehículo
dejó de funcionar. El hombre, que llevaba a su hijo consigo, tenía un viejo
auto mecánico (de cambios). Quedé perpleja al ver lo que hizo por mí: Sacó la batería de su carro y la puso en el mío, lo encendió
y pidió mi dirección para ir por ella más tarde. Luego, entre él y su niño empujaron su propio auto y también
lograron movilizarlo.
Cuántas veces me ha marcado,
la simpatía y la entrega de gente humilde (con pocos o muchos recursos) que no tienen otro interés que agradarme
con sus acciones, brindándome las frutas de sus árboles, obsequiándome con las mantas que tejen o las
joyas que ensamblan con sus manos o con
la deliciosa comida servida sobre una mesa adornada con gracia, presentada con
la enorme sonrisa de una virtuosa reina de hogar. Algunos han cedido su cama y
dormido en un mueble para hospedarme. Creo sinceramente, que aun prevalece la
imagen de Dios en la vida de muchas personas.
"No deis sólo lo superfluo, dad vuestro
corazón." --Teresa de Calcuta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son bienvenidos!