El profeta Natan confronta a David |
Un hombre conforme al corazón de
Dios. Es la consigna cuando se menciona al célebre rey de Israel. Trascendente
como ninguno, su trono y su persona son el preludio del trono y la persona del mesías,
con una sola, seria y grave excepción: al primer David nada humano le fue
ajeno, incluyendo el pecado.
La Biblia es tan transparente, que
su utilidad alcanza a mostrarnos que aun el más espiritual y devoto creyente
puede ceder y caer en tentaciones y prácticas contrarias a su profesión de fe.
Las consecuencias devastadoras de errar, evidencian que, a pesar de tener una posición
privilegiada, tampoco estaría exento de penalidad.
Caso 1: Mientras David era un fugitivo huyendo del rey Saúl, experimentó un momento de cansancio, pesimismo, ansiedad y desesperación, al grado que se exilió e hizo
pacto con el pueblo enemigo de los filisteos. Alianzas de este tipo nos dejan
asombrados hoy día.
Estudiosos de la Biblia consideran en esa condición David traicionó su identidad espiritual. Dejar tu casa, por más problemas que haya en ella, para entrar a la casa del enemigo, nunca puede ser bueno. Después de un año y 4 meses de alianza con Aquis, uno de los reyes filisteos, todos los aliados se proponian atacar a Israel. El rechazo con el cual el resto de los aliados filisteos le plantaron cara a David fue casi providencial para evitar que este actuara contra su propia nación. La historia lo hubiera fichado como un traidor. (1 Samuel 27-30)
Estudiosos de la Biblia consideran en esa condición David traicionó su identidad espiritual. Dejar tu casa, por más problemas que haya en ella, para entrar a la casa del enemigo, nunca puede ser bueno. Después de un año y 4 meses de alianza con Aquis, uno de los reyes filisteos, todos los aliados se proponian atacar a Israel. El rechazo con el cual el resto de los aliados filisteos le plantaron cara a David fue casi providencial para evitar que este actuara contra su propia nación. La historia lo hubiera fichado como un traidor. (1 Samuel 27-30)
Caso 2: El error más escandaloso y grave de
David incluyó adulterio, encubrimiento y asesinato. Pero su alma estuvo perturbada y plagada de
remordimiento hasta que la confesión y el arrepentimiento ante Dios tuvieron
lugar. (2 Samuel 11).
Tal vez, como David, nuestras
faltas sean serias, capaces de dañarnos a nosotros mismos y a terceros. Pero si
hay la oportunidad de reconsiderar nuestros pasos, aceptar la responsabilidad
de nuestras acciones y rogar por la benevolencia de Dios, se puede recuperar la
paz personal y abrir un nuevo capítulo de cara al futuro.