Mateo, huracán de categoría mayor, se ha paseado por días en las cálidas aguas del Caribe y el Atlántico, creando a su paso en cada isla, costa y nación de su trayectoria, dinámicas de vigilancia, prevención y alerta.
Agendas cambian, viajes se suspenden, las escuelas cierran como aulas y
abren como albergues para aquellos que, por la vulnerabilidad de su habitación,
tienen que refugiarse entre tanto el fenómeno desata su ira sobre la zona.
Y me acuerdo de la vieja canción: ¡Qué triste se oye la lluvia en los techos de cartón!
Luego,
siguen las tristes estadísticas: pérdidas
de vidas y bienes: Duelo.
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