ÉL
A veces le llamo, le escribo,
le invoco con el alma, el corazón, el espíritu y las entrañas,
y después del silencio, continua el silencio
e intento llamar de nuevo.
ÉL
A veces me llama y su voz es
silbido apacible, que enternece mis oídos,
y su palabra es agua fresca que refresca mis labios,
moja mi garganta y sacia mi sed.
ÉL
A veces aparece y después de
sacudirme como tormenta,
se desvanece como neblina al calor del sol
ÉL
Siempre está cerca aunque no lo perciba,
aunque por lapsos me desconcierten sus silencios,
mientras soy como rosal
mustio por falta de riego.