"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


miércoles, 2 de enero de 2019

EL PASADO: ¿OLVIDAR O RECORDAR?


“No hablemos del pasado” frase usada y citada comúnmente, cuando de superar historias difíciles o desagradables se trata.

“No hablemos del pasado”, decimos, cuando desenterrar memorias trae consigo nostalgias agrias o agridulces.
“No hablemos del pasado”, porque algunas historias pueden boicotear  lo que se construye en el presente y arruinar el futuro.

Errores que cometimos, desgracias que sufrimos, culpas dormidas en nuestras conciencias. De todo aquello que nos lastima del ayer es de lo que solo Dios puede librarnos.

Y ahí están los museos, los libros de historia, las memorias contadas por los abuelos, los albums de fotografías añejas. Es para algunos un mundo de recreo retroceder: Recordar es vivir, dicen.

Aunque no está explícitamente planteado en el texto bíblico de Eclesiastés, en la lista de todo lo que tiene su tiempo y su hora en la vida, bien pudiera incluirse: Tiempo de olvidar y tiempo de recordar. Pero en efecto sí dice: “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó” [i]

Pablo dice: “Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.[ii] Pablo olvidaba un pasado que humanamente era envidiable, pero lo hacía porque tenía delante un camino más excelente.

Todas las experiencias, positivas y negativas que gravitan en los archivos invisibles de nuestra memoria, son parte inherente de quienes somos hoy día. Si los recuerdos son dolorosos y dañinos, no hay que rumiarlos, pero sí realizar algún ejercicio espiritual o emocional de “cierre” que nos permita sanar.  Por otro lado, las experiencias positivas son dignas de refrescar como motivación e inspiración para agregar más capítulos gratos a nuestra historia, pero sin caer en la trampa de querer repetir o regresar a etapas que se consideran superadas.




[i] Eclesiastés 3.15

[ii] Filipenses 3: 13-14

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