LA LUZ DEL MUNDO
Un nuevo año empezó, gracias a
Dios somos testigos de ello. Mis primeros pensamientos giran en torno a lo que
es en esencia el propósito de la iglesia en este mundo. La biblia lo muestra
con claridad cuando registra las palabras de Cristo: “Ustedes son la luz del
mundo. Una luz asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una
luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos
los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos”
[1]
Luego el apóstol Pedro dijo: “Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que
os llamó de las tinieblas a su luz admirable”[2].
La obscuridad suele
causarnos una sensación de inseguridad, incertidumbre y temor debido a la
imposibilidad de distinguir si hay peligro acechándonos o si vamos a tropezar. Así
está el mundo; gente vagando en tinieblas, cayendo en las trampas del príncipe
de las tinieblas, tropezando y dando tumbos en la oscuridad del pecado. Sin embargo alguien dijo: yo soy la luz del mundo,
el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Y
aquellos que somos de él, de Jesucristo el hijo de Dios, somos luz, la luz de
esperanza que este mundo necesita para encontrar a Dios, como nosotros un día
lo hallamos.
LA LAMPARA
Hace unos meses estuve de
visita turística en unas cuevas, que, de no ir acompañados de guías que portaban
linternas, hubiera sido una experiencia aterradora. En un momento del trayecto,
solo para que experimentáramos la sensación de completa obscuridad y silencio, los guías apagaron las linternas por un minuto y nos pidieron hacer silencio. Solo sentíamos
nuestra propia respiración. Imagínese en una cueva, perdido y en completa
obscuridad. Cuando trata de encontrar una salida, tropieza, cae y se siente
cada vez más perdido. Mientras más busca, más se cansa y se desespera. Entonces, vagando
y buscando en la obscuridad, ve una luz a la distancia y cuando se acerca a ella
se da cuenta de que es una lámpara, la toma y con su luz, encuentra un pasillo,
evitando caídas peligrosas, grietas profundas y pasillos falsos. Al final
encuentra un camino que promete llevarlo a la salida. Al ir ahora con la lámpara,
ve cosas maravillosas que habían estado ocultas en la oscuridad. Finalmente la lámpara
le muestra la salida de la cueva y ve nuevamente la luz y siente el calor del
sol. ¡Qué alegría siente por haber encontrado la lámpara para escapar de la
obscuridad y del desaliento!
Para muchos de nosotros la vida
es como vivir en una cueva oscura, estamos confusos, no podemos encontrar el
camino, constantemente encontramos obstáculos y nos desilusionamos. Dios
entiende el problema, y nos ha provisto una lámpara, su Palabra, que nos guía
hacia el camino correcto, Jesucristo, el camino hacia la vida eterna, donde podemos vivir en luz, como él está en luz.
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