Son tan inmediatos como el relámpago
Aparecen enseguida con sentencias prefabricadas
Listos para fustigar.
“¡Tienes una obligación con Dios!”
Claro, lo sé ¿y usted no?
Moisés la tuvo, pero dudó, se sintió pequeño, torpe,
Inútil, se enojó, y con todo, cumplió siempre su
Obligación y un poco más.
“¡Tienes una obligación con Dios!”
Claro, lo sé ¿y usted no?
Pedro la tuvo, pero negó, una, dos, tres veces
Y después de llorar,
Cumplió siempre su obligación y un poco más.
“¡Tienes una obligación con Dios!”
Claro, lo sé ¿y usted no?
Elías también la tuvo, pero se agotó,
Colapsó al grado de no querer comer ni vivir,
Mas fue confortado y fortalecido
por la mano misma del Eterno.
Y continuó.
“¡Tienes una obligación con Dios!”
Claro, lo sé ¿y usted no?
¿Cuál es la suya?¿ juzgar?, ¿flagelar?, ¿azotar
A aquellos que avanzan en su intensa
Jornada de amar y servir
conforme al corazón de Jesús?.
Si, a lo mejor ser verdugo sea por igual
Una obligación con Dios y su mayor mérito
Es no detenerse en su empresa ni aun para
Respirar.
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