miércoles, 5 de noviembre de 2025

CUANDO LA HUMILLACIÓN TOCA EL ALMA

 


La humillación es una de las experiencias más difíciles de soportar. Nos expone, hiere nuestro orgullo y despierta sentimientos de  enojo o impotencia. Sin embargo, estos momentos también pueden convertirse en oportunidades profundas para crecer en fortaleza interior.

El primer paso es reconocer lo que sentimos. No negarlo ni disfrazarlo. Decirnos con honestidad: “Me dolió lo que pasó”, nos permite procesar el malestar sin quedar atrapados en él. La tolerancia a la frustración no consiste en endurecer el corazón, sino en aprender a respirar dentro del dolor sin dejar que nos gobierne.

Luego, viene la aceptación. No significa justificar lo ocurrido, sino aceptar que sucedió. Resistirnos a la realidad solo amplía la herida. Aceptar nos libera para mirar hacia adelante y decidir cómo responder con sabiduría.

Podemos entonces reformular lo sucedido: preguntarnos qué podemos aprender, qué valor propio se sintió amenazado o si acaso estamos tomando lo ocurrido de forma demasiado personal. Este cambio de mirada reduce el peso emocional y abre paso a la paz.

También es importante reforzar nuestra identidad. El valor personal no depende de la opinión ajena ni del trato recibido. Recordar quiénes somos ante Dios nos devuelve equilibrio: “Soy amado, aunque haya sido malentendido; tengo dignidad, aunque otros no la reconozcan.”

La tolerancia se fortalece con pequeñas prácticas diarias: esperar sin queja, aceptar errores, responder con calma ante una crítica. Así se entrena el alma.

Y finalmente, el perdón. Cristo fue humillado y no respondió con ira. Perdonar no borra el dolor, pero nos libra de quedarnos prisioneros en él. La verdadera fortaleza nace cuando respondemos al agravio con serenidad y dejamos que Dios sane lo que la humillación tocó.

 

sábado, 4 de octubre de 2025

LIBROS USADOS


No recuerdo haber sido tan egoísta con ninguna otra cosa como lo era con mis libros. Atesoraba el diccionario que me regaló mi padre hace 40 años,(claro, este tiene un valor emocional), acumulé Biblias de distintas versiones que compraba o me obsequiaban, y hasta compraba por impulso libros que luego quedaban meses esperando a ser leídos.

Temía prestarlos y que no me los devolvieran. Guardaba en mi mente con claridad a quién y cuándo le había prestado alguno… y casi no perdonaba si no lo recuperaba.

Pero todo cambió cuando tuve que mudarme a otro país. Mientras reducía mi equipaje a lo esencial, tuve que resignarme a donar aquel “tesoro” acumulado. Fue doloroso, pero también liberador.

En esta nueva etapa, cuando tengo la oportunidad de comprar libros usados a precios reducidos, aprendí a valorar la generosidad de quienes los donaron antes. Me digo: a menos que se trate de libros de consulta a los que uno necesita regresar, ¿por qué no pasarlos a otros, para que ellos también reciban el beneficio que yo ya recibí?

Aprendí que los libros, como muchas otras cosas, no están para ser guardados celosamente sin propósito. De hecho, las trazas ya habían afectado algunos de mis libros con el paso del tiempo. Comprendí que lo que Dios nos da —sea tiempo, recursos o conocimiento— no es para acumularlo, sino para compartirlo. Porque la verdadera riqueza no está en lo que guardamos para nosotros, sino en lo que entregamos a otros.

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde ladrones entran y hurtan” Mateo 6:19 

jueves, 25 de septiembre de 2025

¿FALSO O VERDADERO?

Uno de los cargos que con mayor frecuencia debía reclutar durante mi carrera en Gestión Humana era el de Cajero. Al entrevistar candidatos con experiencia, solía preguntarles si habían tenido la ocasión de detectar billetes falsos. La mayoría respondía que sí, y que el uso de dispositivos para verificar la legitimidad de los billetes les facilitaba mucho el trabajo.

En una ocasión recuerdo haber profundizado con un candidato y le planteé:
—¿Qué harías si no tuvieras una máquina que te ayudara?

Él me respondió con seguridad:

—Si eres un cajero entrenado, no es difícil. El entrenamiento consiste en conocer bien todas las características del billete verdadero. Cuando lo conoces a fondo, cualquier falso, por idéntico que parezca, se puede identificar.

Esa respuesta se grabó en mí, porque entendí que el mismo principio aplica a la realidad de la cultura en que vivimos: una sociedad saturada de información falsa, manipulada y tergiversada, que hoy alcanza niveles desproporcionados con la comunicación viral. Vivimos en una era de maleantes informáticos que lanzan trampas para engañar y defraudar sin escrúpulos.

¿Cómo evitar caer y ser víctimas de la falsedad y  el engaño?

Técnicamente, existen instrucciones y advertencias para orientarnos cuando surgen dudas o confusión.

Pero espiritualmente, ¿qué hacer? Para reconocer lo falso, necesitamos estar impregnados de la Verdad. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Y antes de ir a la cruz oró así por sus seguidores:

“Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17:14-19).

Aferrarnos a las verdades eternas reveladas en la Biblia, la Palabra de Dios, nos da discernimiento y sabiduría para vivir a salvo del error y la falsedad. Y además, nos capacita para ayudar a otros a conocer también la Verdad en Jesucristo.

“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Jn 5:20). 

lunes, 22 de septiembre de 2025

ENFRENTANDO EL DOLOR DE LA TRAICION


"Cuando el hacha entró en el bosque, los árboles susurraron: ‘El mango es uno de los nuestros’."
Así ocurre con la traición: no viene de afuera, sino de alguien que forma parte de nuestra vida, alguien en quien confiamos. Esa herida es más profunda porque la produce una mano conocida.

En la Escritura encontramos este dolor reflejado en Judas, que no era un extraño ni un enemigo declarado, sino uno de los discípulos más cercanos al Señor. Caminó con Él, escuchó su voz, compartió la mesa y, aun así, lo entregó con un beso. Aquello que debía ser un gesto de afecto se convirtió en señal de traición. Jesús ya lo había anticipado al recordar las palabras del salmista: “El que come pan conmigo levantó contra mí su calcañar”.

Sin embargo, lo más sorprendente no es la traición en sí, sino la manera en que Jesús la enfrentó. No se dejó paralizar por la amargura, ni detuvo su misión por causa del dolor. Incluso en el momento decisivo, se dirigió a Judas llamándole “amigo”. Con ello nos muestra que el veneno de la traición no debe gobernar nuestro corazón.

Todos, en algún momento, podemos sentir el golpe del hacha cuyo mango es de nuestra propia madera. Pero la enseñanza de Cristo es que ese dolor no tiene la última palabra. La traición puede herirnos, pero no puede apartarnos del propósito de Dios si confiamos en Él. El camino no es guardar rencor, sino poner la herida en las manos del Señor, seguir adelante y permitir que Su gracia transforme aquello que parecía una pérdida en parte de Su plan redentor. 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

CANTANDO EN TIERRA EXTRANJERA

El Salmo 137 nos recuerda la nostalgia de los israelitas en Babilonia, quienes, lejos de su hogar, preguntaban: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?” (Salmo 137:4). Esta pregunta resuena en mi experiencia personal, pues de un tiempo a esta parte me ha tocado cantar, orar y estudiar la Biblia en otro idioma. 

Aunque no sea por exilio o por cautiverio, ser extranjero siempre tiene sus retos. Vivir en una cultura diferente implica adaptarse a mentalidades, feriados, usos y costumbres que no siempre se sienten propios. También hay momentos nostálgicos en los que el corazón busca reconectarse con aquello que considera parte de su esencia. En mi caso, evocando mis primeros días de fe, recordé los himnos que marcaban las reuniones en mi antigua congregación. Decidí buscar  y comprar en línea un ejemplar  del himnario de mi juventud.

Cuando finalmente llegó a mis manos, comencé a susurrar aquellos viejos himnos, transportándome a momentos muy gratos de alabanza y adoración en el idioma de mi corazón. Fue como si, a través de esas canciones, mi espíritu hallara un refugio en medio de lo desconocido, afirmando que Dios trasciende idiomas y fronteras.

Hoy sé que cantar en tierra extranjera es un acto de confianza y esperanza. Es declarar que, sin importar dónde estemos, seguimos siendo del Señor y Él sigue siendo fiel.

Cantar en tierra extranjera puede parecer difícil, pero es un acto de fe que nos conecta con el Señor y nos recuerda que somos peregrinos en esta tierra, pertenecientes a un hogar eterno que nada ni nadie puede quitarnos.


jueves, 21 de agosto de 2025

REACCIONAR O NO REACCIONAR, HE AHÍ EL DILEMA

Todos hemos vivido momentos en los que una palabra, un gesto o un contratiempo desatan en nosotros una tormenta emocional. Por ejemplo, imagina que recibes un mensaje crítico de un amigo o colega: tu corazón se acelera, la frustración te invade y tu mente comienza a tramar la respuesta perfecta, aunque algo áspera. Horas después, te das cuenta de que reaccionaste de manera exagerada y que quizá una pausa hubiera cambiado todo. Estos pequeños episodios muestran cómo, con frecuencia, permitimos que lo negativo controle nuestras emociones y decisiones.

En la vida cotidiana, es fácil dejarnos llevar por las emociones negativas: críticas, injusticias, contratiempos o rumores pueden generar en nosotros ansiedad, enojo o resentimiento. Sin embargo, la Biblia nos enseña que nuestra respuesta a estas situaciones determina nuestra paz interior y nuestro testimonio ante los demás. En Efesios 4:26-27 se nos aconseja: “Enójense, pero no pequen; no dejen que el sol se ponga estando todavía enojados, ni den lugar al diablo.” Este versículo nos recuerda que sentir molestia es humano, pero debemos controlar nuestra reacción y no permitir que el enojo gobierne nuestras acciones.

Dejar de reaccionar automáticamente a lo negativo implica desarrollar un corazón lleno de gracia y discernimiento. Proverbios 15:1 dice: “La respuesta amable calma el enojo, pero la palabra áspera aumenta la ira.” Antes de responder, podemos detenernos, orar y pedir sabiduría al Espíritu Santo para actuar con calma y justicia. Aprender a reflexionar, a no absorber la negatividad de otros y a confiar en la justicia de Dios nos libera del peso emocional de la reacción impulsiva.

Al enfocarnos en lo positivo, en lo que edifica y en el amor de Cristo, nuestra vida se transforma. Así, en lugar de ser arrastrados por cada provocación, respondemos con paz, paciencia y sabiduría, dejando que la luz de Dios guíe nuestras palabras y acciones.

Imagen de uso libre: Pixabay

viernes, 8 de agosto de 2025

¡DEFIÉNDEME, SEÑOR!

 


Cómo Enfrentar La Difamación A La Manera De David

La difamación tiene muchas caras: mentiras, chismes, manipulaciones y comentarios malintencionados que se esparcen sin medir consecuencias, sin pensar en el daño que provocan. Se hace mucho daño, a veces humanamente irreparable. Hoy, las redes sociales y los medios de comunicación le han dado un alcance exponencial, pero en realidad solo reflejan prácticas muy arraigadas en la conducta humana. Prácticas que, a lo largo de la historia, han dejado a muchos como víctimas… y a otros, como victimarios.

En el Salmo 7, David clama a Dios pidiendo justicia frente a acusaciones falsas. Él no busca venganza humana, sino refugio en el Señor, quien conoce la verdad. Enfrentar la difamación es una prueba dura para el corazón, pero la Escritura nos enseña cómo actuar.

Si estás en una situación como la de David, lo primero es correr hacia Dios para pedir protección. Recuerda: Su opinión es la única que importa (Romanos 8:33). A veces, responder puede ser necesario. Proverbios 26:4-5 nos da sabiduría: No respondas al necio de acuerdo con su necedad… respóndele como merece su necedad. Jesús mismo, al enfrentar difamación, algunas veces la contradijo (Juan 5:19-46), otras veces se burló de la acusación absurda (Lucas 7:28-34), en ocasiones hizo preguntas  o contó para exponer los motivos de sus acusadores (Lucas 14:1-6) y muchas veces simplemente la ignoró (Marcos 11:33).

Cuando el ataque viene directamente contra ti, y de parte de alguien en la familia de la fe, es aún más doloroso, pero aun para este caso Jesús da una pauta. Sigue el consejo de Mateo 18:15-17: habla primero en privado con tu hermano; si no escucha, lleva testigos; si persiste, infórmalo a la iglesia; y si aun así no escucha, trátalo como gentil y publicano.

Si escuchas a alguien difamar a otro, especialmente a un hermano en la fe, ora y, si la situación lo permite, corrige al que está pecando. Martín Lutero dijo que la difamación debe detenerse igual que un asesinato, pues destruye vidas. Nuestra preocupación debe estar con la víctima, no con la incomodidad del difamador.

Y si has sido tú quien ha difamado, confiesa tu pecado a Dios: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar…” (1 Juan 1:9). Si el daño fue público, el arrepentimiento verdadero te llevará a repararlo públicamente. No basta decirle a Dios “lo siento” y seguir adelante. Juan el Bautista exhortó: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Lucas 3:8, 10-14). Dios perdona, pero el perdón genuino nos impulsa a cambiar y a restaurar lo que hemos dañado.

En todo, recuerda que el Señor es tu defensa, tu juez justo y tu refugio seguro. Como David en el Salmo 7, deposita tu causa en Sus manos y responde con integridad, confiando en que Dios vindicará la verdad.

(Imagen: Pixabay de uso libre)

 

martes, 29 de julio de 2025

LAS 9 “P” DE LA PROTECCIÓN Y LA PROMESA DIVINA

El Salmo 16 es una joya de confianza y esperanza. En sus once versículos, identificamos al menos 9 conceptos que definiremos con la letra “P” y que resumen la experiencia espiritual de David: Petición, Proclamación,  Presencia, Personas, Provisión, Percepción, Paz, Promesa y Profecía. Cada una de estas áreas revela cómo Dios se manifiesta como nuestro refugio y guía en todas las etapas de la vida.

David comienza con una petición y una proclamación  sincera: “Guárdame, oh Dios (petición), porque en ti he confiado (proclamación)” (v.1). Su vida estaba en peligro o bajo presión, no especifica qué le sucedía en este caso, pero su primer instinto es correr a Dios. Él sabe que solo el Señor puede protegerle de verdad.

 Luego afirma con claridad la importancia de la Presencia de Dios: “No hay para mí bien fuera de ti” (v.2). Nada en el mundo puede compararse con estar cerca de Dios. Esa cercanía es su mayor bien y su verdadero refugio.

 En el siguiente versículo, David da gracias por las personas que lo rodean: “Los santos… son toda mi complacencia” (v.3). Dios nos coloca junto a otros creyentes para animarnos, fortalecernos y ayudarnos mutuamente a perseverar. Es bueno tener un inventario de la gente que Dios usa para bendecir nuestras vidas.

 Con gratitud, reconoce la generosa Provisión divina: “La heredad que me ha tocado es hermosa” (v.6). Hay satisfacción, estabilidad y seguridad en lo que Dios da, incluso si no siempre es lo que esperábamos. Veamos esta provisión más allá del aquí y ahora, es trascendente.

 En el versículo 7, David celebra la Percepción espiritual que Dios le da: “Me aconseja… aun en las noches”. Su corazón es instruido por el Señor incluso en el silencio. Esa guía constante nos prepara para tomar decisiones sabias. En nuestros desvelos es bueno aprovechar para convertir cada pensamiento en una petición de sabiduría y consejo de parte del Señor.


viernes, 18 de julio de 2025

DEL LAMENTO A LA ESPERANZA

 


En medio del dolor, la pérdida o la confusión, el lamento puede parecer una señal de debilidad o falta de fe. Sin embargo, los Salmos 42 y 43 nos muestran que el lamento es profundamente bíblico y necesario. Es un camino honesto hacia Dios, una oración que nace del sufrimiento pero no se queda allí: se transforma en confianza.

Jesús mismo lamentó. En Getsemaní, su alma estaba "muy triste, hasta la muerte", y no ocultó su angustia. En la cruz, citando el Salmo 22, clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Estas expresiones no fueron falta de fe, sino un acto de confianza profunda en medio del dolor. El autor de Hebreos lo afirma: Jesús oró con clamor y lágrimas, y fue escuchado.

Todos enfrentamos momentos en que la vida nos sobrepasa: enfermedades, pérdidas, conflictos o luchas internas. El lamento nos permite llevar estas cargas ante Dios, sin pretensiones ni máscaras. Nos invita a acercarnos con humildad y sinceridad, a presentar nuestras preguntas, y a recordar quién es Él: nuestro refugio y salvación.

Lamentar no es rendirse, sino un paso valiente hacia la esperanza. En medio del quebranto, elegimos volver a Dios, expresar nuestras quejas con reverencia, presentar nuestras súplicas y renovar nuestra confianza. Porque aún en la oscuridad, podemos decir como el salmista: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5).


lunes, 14 de julio de 2025

SUPERANDO LOS TEMORES

 ¿Alguna vez has sentido miedo de compartir tu fe o de enfrentar el rechazo por seguir a Cristo? En Mateo 10:26–33, Jesús nos muestra cómo vencer nuestros cuatro temores más grandes.

Jesús tiene la verdad
Él nos recuerda que la Palabra de Dios no puede ser escondida ni silenciada. Aunque el mundo quiera cancelar u ocultar la verdad, nuestra misión es proclamarla con valentía. Lo que Jesús te enseña en la intimidad, compártelo. No te avergüences del evangelio; más bien, sé parte de una iglesia que proclama con firmeza la verdad de Dios.

Jesús tiene el future en sus manos
Hay algo más importante que el cuerpo: el alma. Jesús dice que no debemos temer a quienes pueden dañar nuestro cuerpo, sino al único que tiene autoridad sobre el alma. Temer a Dios no significa huir de Él, sino vivir con respeto y reverencia. Como alguien dijo: “Tu miedo puede ser más peligroso para ti que aquello que temes”.

Jesús cuida de ti

Dios está atento a cada detalle de tu vida. Él es soberano y está profundamente involucrado en Su creación. Tanto así, que cuenta cada cabello de tu cabeza. No estás solo. Él está presente, cercano y cuida de ti con amor personal. Si atiende a las avecillas, cuánto más a nosotros.


Jesús tiene el veredicto final

Confesar a Cristo requiere valentía. No temas al juicio de los demás, porque solo Dios es el Juez. Lo más importante es Su aprobación. Al reconocerlo públicamente, demuestras que tu fe está puesta en Él, y Él te reconocerá ante el Padre.

Señor, gracias por recordarme que no tengo que vivir con miedo. Ayúdame a proclamar tu verdad con valentía, a temerte a Ti por encima de todo, a confiar en tu cuidado y a vivir buscando tu aprobación. Amén

martes, 8 de julio de 2025

COMO OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS


Mateo 10:16-25

Jesús nunca hizo  a sus discípulos promesas de comodidad o aceptación universal. Desde el principio, les habló con claridad y enfáticamente : “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos” (Mateo 10:16). No es una imagen alentadora desde el punto de vista humano, pero sí una poderosa afirmación espiritual. Somos enviados al mundo no para adaptarnos a él, sino para impactarlo con la verdad y el amor de Cristo.

La oposición es parte del camino. Vivimos en medio de culturas mezcladas, pensamientos contrarios al evangelio y personas que no reconocen su necesidad de Dios. En ese contexto, Jesús nos llama a ser “sabios como serpientes y sencillos como palomas”. No se trata de ser astutos para manipular, ni ingenuos para caer en trampas, sino prudentes e inocentes, con corazones limpios y mentes despiertas.

El rechazo puede venir tanto del ámbito público como del entorno privado. Jesús advirtió que incluso los miembros de la familia pueden volverse en contra por causa del evangelio. Pero esa oposición no es señal de fracaso, sino evidencia de que el mensaje está cumpliendo su propósito. El Señor nos anima: “No os preocupéis por cómo o qué hablaréis, porque en aquella hora os será dado” (v.19). Su Espíritu nos acompañará.

El llamado es a perseverar hasta el fin (v.23), sabiendo que nuestro Maestro también fue rechazado, malentendido y perseguido. Seguir a Jesús implica pasar por lo que Él pasó, pero también experimentar su amor, su poder y su recompensa eterna. La oposición no es el final de la historia. Es parte del camino de los enviados con propósito.

Oración:
Señor, gracias por hablar con claridad y no ocultarme las dificultades del camino. Dame sabiduría para moverme entre lobos, y sencillez para reflejar tu amor. Ayúdame a perseverar, confiando en que tú estás conmigo y que tu Espíritu me dará palabras, fuerza y paz. Amén.

Imagen: Klaus Müller from Pixabay de uso libre.


jueves, 3 de julio de 2025

PERSONAS ORDINARIAS PARA UNA MISION EXTRAORDINARIA

 

Un sábado por la noche, mi esposo y yo comentábamos si valía la pena ver la más reciente película de la saga de Misión Imposible. Decidimos que sí, solo por curiosidad de ver qué nuevas habilidades mostraría el protagonista en las situaciones tan complicadas que enfrenta. Para nuestra sorpresa, al día siguiente en la congregación, el pastor mencionó precisamente esa idea: una misión imposible que requiere habilidades extraordinarias. Pero a diferencia del cine, en el Reino de Dios no se necesita gente con superpoderes. Jesús escoge personas comunes para encargos divinos, y Él mismo las capacita.

Eso es exactamente lo que vemos en Mateo capítulo 10. Jesús, después de observar a las multitudes como ovejas sin pastor, no solo pidió que se orara por obreros para la mies: actuó. Llamó a doce discípulos comunes y les dio una misión extraordinaria.

Eran hombres sin grandes credenciales, pero con un llamado claro. Jesús les dio autoridad, los hizo sus representantes y los envió. ¿Por qué doce? Porque simbolizaban las doce tribus de Israel, mostrando que Dios estaba restaurando y extendiendo su pueblo.

La misión no era sencilla: anunciar el Reino, sanar, limpiar, proclamar. Su mensaje era urgente: “El Reino de los cielos se ha acercado”. ¿Por qué? Porque Jesús estaba cerca. Su presencia entre ellos era la señal viva del Reino en acción.

Además, Jesús les dio instrucciones muy específicas: no llevar oro ni plata, no buscar comodidades, ni elegir dónde hospedarse por conveniencia. La misión no era un negocio, ni un viaje de placer. Era una encomienda sagrada, donde la provisión vendría de Dios y la hospitalidad se recibiría con humildad.

Jesús envía a sus seguidores confiando en que lo más importante no es lo que llevan, sino a quién representan. Su presencia cercana da sentido y poder a la misión. Y hoy, sigue llamando a personas dispuestas a confiar, obedecer y proclamar que el Reino está cerca, porque el Rey mismo está entre nosotros.

lunes, 30 de junio de 2025

DESEO INTENSO, SATISFACCIÓN INMENSA

 

Basado en el Salmo 63

Cuando el rey David escribió el Salmo 63, se encontraba en el desierto de Judá. Lejos de la comodidad, del templo y de su trono, expresó una necesidad mucho más profunda: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela” (Salmo 63:1).

Este deseo no era pasajero ni producto de una sola experiencia espiritual. Era el anhelo constante de un corazón que conocía a Dios de manera personal. No deseaba simplemente los dones de Dios, sino a Dios mismo. En su alma ardía una sed que solo el Señor podía saciar. Y lo sabía porque ya había probado de Su bondad: “Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán” (v. 3).

Esa clase de satisfacción —una inmensa satisfacción— no se alcanza de forma inmediata. Requiere una búsqueda intencional, profunda, perseverante. Viene como resultado de la meditación prolongada en la Palabra. Al pasar tiempo con Dios en oración y estudio, el velo espiritual comienza a levantarse. Podemos ver más claramente Su gloria reflejada en las Escrituras, como dice 2 Corintios 3:18.

Hoy, puedes hacerte algunas preguntas prácticas: ¿Cómo estás usando tu tiempo? ¿Qué espacios estás apartando para encontrarte con Dios? Pídele sabiduría para redimir tus días y el deseo de volver tus ojos a Su Palabra. Ora también para que Él abra tu entendimiento, de modo que puedas ver Su gloria y experimentar una relación más íntima con Él.

Cuando buscamos a Dios de esta manera, con todo nuestro corazón, Él nos satisface como nadie más puede hacerlo. Nos da firmeza, claridad y propósito. Y desde esa plenitud, podemos vivir con valor, haciendo declaraciones audaces de fe que honran Su Nombre.

lunes, 23 de junio de 2025

¿HAS ESCUCHADO A DIOS?

 


Dios no es un Dios silencioso. A lo largo de la historia, Él ha hablado a la humanidad de muchas maneras y en muchas ocasiones. En el pasado, habló a nuestros antepasados por medio de los profetas. Pero en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo, Jesucristo, quien es la revelación más clara, completa y poderosa de Dios (Hebreos 1. 1-4).

El Hijo no es un simple mensajero. Él es el heredero de todas las cosas, el Creador del universo, y el reflejo perfecto de la gloria de Dios. Él sostiene todas las cosas con su palabra poderosa, y después de purificarnos de nuestros pecados, se sentó a la diestra de Dios, señal de autoridad y cumplimiento.

Ante una verdad tan gloriosa, ¿Cómo deberíamos responder?
Debemos escuchar con atención, confiar en Él y responder con fe. Debemos buscarle en las Escrituras, sabiendo que ellas dan testimonio del Hijo. Nuestra actitud debe ser de gratitud y obediencia, porque cuando Dios habla a través del Hijo, no podemos quedarnos indiferentes.

Ignorar la voz de Dios es arriesgado. Si en el pasado la palabra de los profetas era valiosa, ¡cuánto más lo es la palabra del Hijo! Por eso, es urgente prestar atención. Dios ha hablado. Ahora, nos toca a nosotros escuchar, creer y vivir conforme a su voz.

Imagen: HarmonyCenter from Pixabay

lunes, 16 de junio de 2025

DONDE REINA LA JUSTICIA, FLORECE LA VIDA

Frente a la injusticia del mundo, muchos buscan soluciones humanas: venganza, rebelión, leyes o educación. Pero el Salmo 72 nos presenta una alternativa divina: un Rey justo, cuya autoridad trae verdadera transformación.

Este salmo retrata un reinado donde la justicia florece: “Los montes llevarán paz al pueblo” (v.3), “descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada” (v.6), y “haya abundancia de grano en la tierra” (v.16). Es una imagen de prosperidad y bienestar generalizado, no como resultado de políticas humanas, sino del gobierno de un rey justo.

Pero este florecimiento no es solo material. Es profundamente moral y compasivo. Este rey “juzgará con justicia a los pobres” (v.2), “librará al menesteroso que clamare” (v.12), “tendrá misericordia del pobre y del necesitado” (v.13), y “redimirá sus vidas de violencia” (v.14). El corazón de su reinado es la protección de los más vulnerables.

Esta es una oración mesiánica que apunta a Jesucristo. En Él se cumplen estas promesas. Solo bajo su señorío encontramos un reino verdaderamente justo, global y eterno. Nuestra esperanza no está en las instituciones humanas, sino en Aquel cuyo trono es firme para siempre.

Hoy podemos unirnos al clamor del salmista: “Bendito sea Jehová Dios, el Dios de Israel... bendito su nombre glorioso eternamente” (vv.18–19).
Y mientras esperamos la plenitud de su reino, vivamos reflejando su justicia, escuchando al débil, y actuando en defensa del que no tiene voz

Foto: Pixabay de uso libre.