"Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada" Prov. 12:18
“¡Lengua de Víbora!” era la sobrecogedora expresión con que mi bisabuelo Don Alfredo fustigaba a cualquiera cuando èl entendia le insultaban o le mentían. Hasta hoy recordamos la frase en mi familia, y la repetimos de vez en cuando en son de broma, imitando el acento cocolo del anciano.
Conversar amenamente es una de las formas de compartir y vincularnos con los demás que mejor nos ayuda en las relaciones humanas. Sin embargo hay una serie de vicios que delatan debilidades de carácter y hasta maldad en la forma de hablar que en un momento dado podemos adoptar.
Hay por lo menos 3 tipos de conversadores que le recomiendo evadir o evitar convertirse usted mismo en uno de ellos:
1. El conversador limón. Es agrio y cerrado, negativo y fatalista. Usualmente cuando habla lastima. Sus palabras con "como golpes de espada"
2. La llave de agua. Habla, habla, puede hacer una pausa para respirar y sigue hablando! Recordemos que la escritura dice que daremos cuenta de cada palabra ociosa y que en las muchas palabras no falta pecado.
3. El buitre. Anda alrededor buscando la próxima víctima de su venenosa boca.
"Derriba gobiernos, destruye matrimonios, arruina carreras profesionales, acaba con la reputación, provoca congojas, pesadillas, indigestión, siembra sospechas, genera pesadumbre, envía gente inocente a llorar en su almohada. Aparece en los titulares y causa dolores de Cabeza. Se llama chisme. Antes de repetir una historia, pregúntese ¿Es cierta? ¿Es justa? ¿Es necesaria? Si su respuesta es negativa, cállese" (Harry Gray)
Es muy fácil caer en estos vicios, pero las consecuencias son difíciles de deshacer, difíciles de curar. La escritura nos invita a usar nuestros labios para bendecir, para sanar, para consolar, y sobre todo: para expresar afecto, elogios sinceros y para anunciar las buenas nuevas de Cristo.
La lengua de los sabios es medicina.
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