"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


martes, 16 de enero de 2018

AUTOCRÍTICA: HE AHÍ EL DILEMA.


Como dice un popular proverbio: “Hay de todo en la viña del Señor”. En lo que respecta a cómo las personas se autoevalúan, está ese fenómeno de ser verdugo de sí mismo, en el cual, el individuo no se perdona, al contrario, se auto flagela  emocionalmente y se descalifica por sus errores, por mínimos que sean. Eso no necesariamente significa que los enmiende o se proponga no repetirlos. Es lo insano de los remordimientos cíclicos por un mismo asunto y de tener un pobre concepto de sí mismo.
En las antípodas están los autoindulgentes, que no solo toman con ligereza sus acciones cuestionables, sino que se complacen en culpar a terceros., incluso a veces son jueces implacables de  otros, cometiendo ellos faltas iguales o peores.  De este caso, dice el Apóstol Pablo, “Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas.” Romanos 2.1

La posición más difícil y menos frecuente es la de quien piensa de sí mismo con cordura, con objetividad y es capaz de autoevaluarse, realizando un ejercicio de autocrítica coherente y ponderada.  Sin duda, la autocrítica es un reto, pero es la opción cuando se quiere madurar, crecer y superar flaquezas.  Es un buen camino para subsanar heridas que nos hayamos causado u otros nos hayan infligido en  ese camino fluctuante entre ofender y ser ofendido. Es una vía para dejar atrás el dolor de tropiezos que hayamos tenido, a la vez que dejamos de ser tropiezo para otros.  

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