Por: Telésforo Isaac
Obispo
emérito Iglesia Episcopal/Anglicana
La mano de Dios
tiene infinitos dedos. Tal vez usted que lee este articulo es uno de
esos; más, tenga cuidado de su credulidad de fungir o pretender ser uno
en la diestra de la Suprema Divinidad; porque: “Dios se opone a los
orgullosos, pero ayuda con su bondad a los humildes. Humíllese, pues, bajo la
poderosa mano de Dios, para que él lo enaltezca a su debido tiempo”. (I
San Pedro 5: 5-6).
Se
habla de la mano de Dios, porque el ser humano no tiene los conocimientos ni la
capacidad para definir los semblantes o características del creador y
sostenedor del universo. Dios es espíritu y nos vemos forzados a usar términos
y conceptos humanos para entender las tipologías antropológicas de la Deidad
con el fin de señalar los rasgos que se quieren presentar.
La
mano de Dios es de inmensurable alcance y abarca todo lo que existe en
espacio y tiempo. Los Dedos de Dios son infinitos, más, se puede decir que los
hombres y las mujeres que hacen Su voluntad, son los dedos que están
subordinados y forman parte integral de la todopoderosa mano.
Dada
la complejidad de discernir la naturaleza y operación de la Mano de Dios
y las funciones de sus dedos, solo podemos especificar algunas particularidades
para identificar precariamente ciertos aspectos que se asumen para determinar
algunas personalidades consagradas que desempeñan funciones creativas,
obedeciendo instintivamente a la Divina Providencia.
Es
juicioso aunque osado, estipular los criterios para señalar a los seres humanos
que son identificables como Dedos de Dios. De todos modos, la lista podría
contar con influyentes figuras de dimensión universal que han demostrado
perfiles morales tales como: proceder con voluntad propia; ser
perseverante en las luchas contra lo maléfico; tener imagen de persona humilde;
mostrar semblanza de espiritualidad; exponer integridad ética-moral; dar
evidencia lúcida que inculca sabiduría; exhibir tenencia de
sensibilidad social; fulgurar con testimonio de vida ejemplar que destella las
virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
De
forma particular, los Dedos de Dios son siervos que han dado al mundo productos
y medios para beneficiar a las poblaciones con sus descubrimientos científicos
en áreas de la ciencia médica, la tecnología que auxilia las facilidades de la
vida, luchadores esforzados para imponer los derechos humanos, teólogos y
pastores para esclarecer y reorientar la fe y la práctica de la religión,
hábiles y valerosos personajes para
lograr la terminación de la esclavitud y trata de seres humanos,
combativos líderes para la mejoría social del pueblo, activistas que
pregonan con efectividad que deben honrar y proteger plantas, animales, medio
ambiente, y todo lo creado por la Divina Mano de Dios.
Hay 96 versículos
en la Biblia sobre el tema aludido aquí, pues, aflora tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamentos, exponiendo el referente enunciado: “las
obras de buenos y de sabios están en las manos de Dios”.
(Eclesiastés 9:1).
Desde
tiempo inmemorable, las crónicas del homo sapiens dan indicios
de ideas y hechos que testimonian acciones de los entes creados por Dios,
y estos pueden ser considerados como dedos de la mano del Gran Poder Divino.
La
teología y la tradición judeo-cristianas, dan de hecho que la creación y la
soberanía aclaman y certifican la gloria de Dios, y en su benevolencia, la
Divina Persona, dignifica al ser humano. (Salmo 8).
No
es posible mencionar los nombres de la multitud de hombres y mujeres que a
través de la historia pudieran ser catalogados como “dedos de la mano” del
Todopoderoso. En verdad, solo Dios sabe quiénes están integrados a esa creativa
fuente dinámica de energía cósmica; puesto que: “La vida de los justos está
en la mano de Dios”. (Sabiduría 3:1, B. de J).
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