"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


domingo, 25 de marzo de 2018

¿CONFLICTOS EN LA IGLESIA?

Los conflictos forman parte de la vida. Cuando se manejan constructivamente y se resuelven, tienen un efecto positivo. Asimismo cuando se trata de debatir un tema sobre el que se necesite llegar a un acuerdo y hay posiciones encontradas, se requiere pensar, dialogar y negociar entre las partes.

En el escenario de la comunidad de fe, no es la excepción. En la historia bíblica encontramos relatos de eventos en los que, entre dos personas, entre dos familias, entre dos naciones, se lograron resolver desavenencias de diversa índole.

Hechos capítulo 15 narra una situación de conflicto y cómo fue manejada: Las iglesias cristianas del primer siglo estaban compuestas  de judíos y de  gentiles (personas de cualquier otra nacionalidad distinta a la judía). La dinámica de ser iglesia era nueva para todos. Los judíos que se convertían podían perfectamente mantener sus prácticas religiosas y culturales. Pero pretender que los cristianos gentiles las adoptaran no solo era complicado: ¿Era necesario?

Pues resulta que cristianos de origen judío en la iglesia que estaba en la ciudad de Antioquía,  estaban enseñando a los gentiles que “si no se circuncidaban y guardaban la ley mosaica, no serían salvos”. Los líderes que habían trabajado por buen tiempo en esa congregación enfrentaron estos maestros judaizantes, sin éxito, pues el debate del tema creó una discusión y contienda muy acalorada  en la que nadie cedió en su postura. Por esto la decisión de los creyentes allí fue enviar a sus líderes (Pablo y Bernabé) a la iglesia principal, que estaba en Jerusalén, a realizar una consulta con los apóstoles y ancianos allí.

Una vez llegados a Jerusalén, se produce el Concilio con los líderes de la iglesia cristiana del primer siglo, y en este contexto la controversia que tuvo su primer conato en Antioquia, resurge, pues aquí también hay una corriente de creyentes de origen fariseo que insistían en la postura de que los gentiles, para ser salvos, también debían guardar la ley y circuncidarse, prácticas inherentes de la vida judía. La discusión fue larga e intensa.

Durante el concilio, hablan líderes de la fe que estuvieron de primera mano con Jesús hasta su ascensión: Pedro, se levanta, y poniendo su experiencia particular como base (en su momento Dios lo confrontó para que dejara a un lado sus prejuicios nacionalistas y abriera su mente y corazón a compartir el evangelio con los extranjeros), defiende que los gentiles no necesitan guardar la ley, una imposición que ni siquiera el más consagrado de los israelitas en su vida había cumplido a cabalidad, y mucho menos pretender que eso fuera requisito para la salvación.  Pedro Afirma que tanto judíos como gentiles tienen una sola forma de ser salvos y es por la obra y la gracia de Jesucristo.
  
Después de Pedro,  hablaron Pablo y Bernabé;  comunicaron el trabajo que habían estado haciendo y cómo Dios los había respaldado en su trayectoria plantando iglesias, donde la gracia de Dios y los dones del Espíritu Santo se hacían claramente evidentes. Manifestaron su preocupación de que ahora esta interferencia de enseñanza creaba inquietud, confusión e intranquilidad entre los creyentes gentiles respecto a su relación con Dios.

Finalmente habla Jacobo, (Santiago, el hermano de Jesús) y plantea que la revelación bíblica de los profetas respalda que el plan de Dios para todos, judíos y gentiles, es de reinar sobre todos y cita al profeta Amós.  A seguidas buscando un punto de equilibrio entre las preocupaciones de los creyentes Judíos y las de los creyentes gentiles, Jacobo sugiere algunas condiciones de conducta que sí era razonable y adecuado que éstos observaran, no para ser salvos, sino por consideración a sus hermanos judíos, abstinencias relativas a prácticas vinculadas con la idolatría tan propia de naciones paganas.

El concilio estuvo de acuerdo con lo planteado por Jacobo y esto fue plasmado en una carta. Esta carta llegó a las iglesias gentiles, que la recibieron con gran regocijo. Se había superado la controversia, con la mediación de los líderes espirituales, la instrucción de la Palabra de Dios y la guianza del Espíritu Santo. Estos principios aplican para manejar cualquier situación similar que enfrente la iglesia local en nuestro siglo XXI.

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