Si un órgano en nuestro cuerpo necesita salud y eficiencia, ese debe ser el corazón,
es el órgano que efectúa el mayor trabajo. Es como una bomba de doble acción.
Primero hace circular la sangre a través de todo el organismo y luego envía
vitalizante hacia los pulmones para su purificación. Decir sangre es decir vida
y cuando el corazón no funciona adecuadamente, la circulación sanguínea es
interrumpida, y por fin, viene la muerte.
¡Qué órgano fiel es el corazón! Trabaja
ininterrumpidamente todos los días sean hábiles o feriados, nunca pide
descanso, ni asueto, ni aun pretende jubilación ni beneficios sociales. Funciona con eficacia y se conserva en
perfectas condiciones cuando no fuere abusado con interferencias perjudiciales,
como odio violencia, tristezas deprimentes, vicios y drogas.
La ciencia nos ha sorprendido con adelantos cardiológicos y
trasplantes asombrosos, pero con todo, el valor y el lugar del corazón natural
es incalculable e irreemplazablemente precioso.
La felicidad integral del hombre no puede ser
lograda solamente por tener un corazón sano, para el ser humano, los años en la
tierra son pocos y para peor, llenos de problemas y dificultades.
Hoy en día sin duda hay otros valores en la
vida humana, además de salud, que contribuyen al logro de una vida plena y
feliz. Según el diagnóstico divino, el corazón sufre más en cuanto a lo
espiritual y moral que físicamente.
Las Sagradas Escrituras dicen que “todo
designio del corazón de los hombres era de continuo solamente al mal”. (Génesis 6:5) Y
Jesucristo dijo que del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Aunque
la conquista de la ciencia es admirable, solo el divino creador puede hacer un
eficaz trasplante espiritual: el prometió darnos un corazón nuevo, y quitar de
nuestro cuerpo el corazón de piedra y darnos un corazón de carne.
Si su conciencia le acusa de que su corazón
no es recto delante de Dios, pida entonces como el salmista David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y
renueva un espíritu recto dentro de mí”. ( Salmo 51.10) Si hace esto hay un 100% de
garantía de parte de Dios. Porque él ha prometido y quiere darle vida eterna y corazón nuevo.
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