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En esas dimensiones que acabo de referir, la comida es un arte y comer es un capricho, una dosis de placer que involucra, sin exagerar, todos los sentidos.
Un contraste surge repentinamente en mi reflexión: la sombra gigantesca de la crisis alimentaria que se extiende en el planeta. La realidad de que más de mil millones de seres humanos padecen de desnutrición crónica, debería ser un dato de mayor dominio público. Recientemente Jacques Diouf, director de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ) hizo una huelga de hambre para mostrar solidaridad con los hambrientos y atraer la atención de los líderes mundiales que tienen la prerrogativa de implementar las acciones ya definidas en los acuerdos hasta ahora logrados para revertir la crisis alimentaria. Eso me dejó pensando qué tanta influencia y eficacia tienen los organismos de esa naturaleza para lograr algún progreso medible y evidente. Percibo a Diouf como al profeta del mar de Galilea, “Una voz que clama en el desierto”.
Ahora (no se porqué) mi mente siempre asocia el concepto de la huelga de hambre con el ayuno, una disciplina espiritual practicada por la mayoría de las confesiones de fe en el mundo. Es una especie de rito en el que, de nuestra propia voluntad, prescindimos de comer por un tiempo establecido, con un propósito espiritual.
Resumiendo:
Entre los comen sin hambre y comen solo por capricho o placer,
Entre los que se someten a dietas con objetivos de salud y belleza,
Entre los que hacen huelga de hambre,
Entre los que ayunan,
El hambre es una elección.
No hay miedos ni traumas
Entre los comen sin hambre y comen solo por capricho o placer,
Entre los que se someten a dietas con objetivos de salud y belleza,
Entre los que hacen huelga de hambre,
Entre los que ayunan,
El hambre es una elección.
No hay miedos ni traumas
cuando se tiene garantizado
con qué saciar nuestro apetito.
Mientras muchos nos la pasamos comiendo sin hambre, aquellos millones pasan hambre sin comer, en una lenta y dolorosa forma de vivir muriendo. Quizá algunos de los que se cuentan en esa cifra, estén a poca distancia de nosotros. Consideremos seguir el principio que nos enseña la alimentación de los 5 mil en el Evangelio. Jesús Peláez en un artículo titulado: “La multiplicación de los panes” escribe:
“Esta es la enseñanza de Jesús: el verdadero milagro no consiste ya en que cada uno se busque la vida por su cuenta (disolver la multitud) ni en tener dinero para comprar (lo que resulta imposible para gran parte de los ciudadanos de la tierra), ni en multiplicar el pan (como se puede hacer hoy gracias a la tecnología; aunque esto seguirá siendo necesario para abastecer a la humanidad). El verdadero milagro pendiente consiste en poner en práctica en la vida de cada día la enseñanza de Jesús: aprender a compartir, a poner en común lo que se tiene, a partir, a repartir y a servir.” Piénselo.
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