"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


lunes, 30 de noviembre de 2009

REFLEXION POR LA NO VIOLENCIA


La Jornada de Reflexión para la no violencia hacia la mujer fue un evento muy significativo en el que tuve el privilegio de participar como panelista y conferenciante. Tengo ahora el agrado de publicar una síntesis de mi intervención en el Panel, junto a destacadas damas de la región este de la Republica Dominicana, donde cada una planteó un área de las muchas que involucra el complejo tema de la Violencia contra la mujer.

Patrones culturales y políticas públicas que inciden en el cuadro de violencia que enfrenta la mujer.
-Por Georgina Thompson-

¿Cómo puede ser que, a pesar de todas las medidas que se adoptan para luchar contra la violencia de género, no se consiga erradicar el problema? Lo mejor sería que no fuera necesario tener un día de la no violencia contra la mujer, ni tener que realizar marchas, movimientos, protestas, campañas, cabildeos legales…

Los seres humanos fuimos creados por Dios para vivir en comunidad. Sin embargo, por el pecado, las relaciones que se establecen están llenas de intereses egoístas, beneficios personales e inhumanos. Este no es el plan de Dios. Su propósito de vida esta definido por relaciones justas, iguales y armoniosas entre sus criaturas.
Por lo tanto, la configuración de la sociedad actual, al igual que a través de los tiempos, ha estado llena de violencia, poder y fuerza para sobrevivir. Es así, que desde el capítulo cuatro de Génesis, se registra el primer acto de violencia entre la familia y la sociedad. De allí en adelante, como consecuencia del pecado, las relaciones personales y sociales están llenas de sangre, dolor, abuso y profundos desequilibrios.

En consecuencia, desde que se nace hasta la muerte, reaccionamos en forma violenta, agresiva y sufrimos las consecuencias en nuestro caminar.
Por más esfuerzos realizados, tal parece que no podemos eliminar los patrones que promueven y perpetúan dichas relaciones. Sin embargo, es posible tomar conciencia de ellos, articularlos y asumir una posición cristiana en nuestro quehacer y ministerio pastoral.
La casa y la familia, en particular, son el espacio no sólo físico sino social y emocional primario de todo ser humano. Por tanto, debería, al menos en teoría, brindar las condiciones para la máxima realización y desarrollo de las personas. No obstante, la realidad nos demuestra lo contrario. Porque la mayor parte de las situaciones de violencia suceden en la “intimidad de la familia y de la casa”. Mujeres, niñas y niños no encuentran seguridad dentro ni fuera de la casa, porque igualmente, son violentados en la calle, colegios, universidades, lugares de trabajo, e instituciones religiosas.
Los estudios realizados permiten afirmar que la violencia de género es una actitud aprendida, que se construye a partir de patrones de valor masculino, que otorgan una categoría de superioridad de unos seres humanos sobre otros.

¿Patrones culturales?


  1. Si usted nació mujer ya está en  peligro. Solo por ser mujer ya usted esta en peligro, en su casa, en la escuela, en el trabajo, en la calle…


  2. La mujer como objeto sexual, como objeto publicitario, como adorno decorativo, como carnada de mercadeo. La mujer objeto no es respetada, es usada, es una propiedad más. El patrón cultural insinúa que la mujer es comprable, usable, y desechable.


  3. La violencia en sentido general, promovida en los medios, en los videojuegos y potenciada por el alto consumo de sustancias como drogas y alcohol. La cultura de violencia que hace a muchas familias habituarse al manejo de sus conflictos (pequeños y grandes) por medio de lenguaje y reacciones agresivas.


  4. Que la mujer tenga que pagar más “impuestos”, para lograr lo mismo que el hombre. Si quieres destacar profesionalmente, debes tener mucho más alto nivel de preparación y aceptar salarios inferiores. Cual es el patrón aquí: dar más y recibir menos. El acoso en el ambiente laboral es una epidemia silenciosa, a la que muchas mujeres tienen que resistirse por dignidad, pero pagando un alto precio por no tener elementos suficientes que sustenten una denuncia.


  5. Que la mujer continúe siendo enseñada bajo patrones que fomentan el machismo. Hay muchos prejuicios, mitos, cinismo e ignorancia gobernando las actitudes y las conductas de los individuos en nuestra sociedad. (Ej: Que nadie se meta en pleito de marido y mujer, que la mujer es provocadora, y por tanto se gana el maltrato…)

El objetivo debe ser  erradicar violación sexual, violencia doméstica, la trata con fines de explotación sexual, los llamados “delitos de honor” o la ablación o mutilación genital femenina. Debemos hacer frente a las causas de la violencia mediante la erradicación de la discriminación y el cambio de las mentalidades que la perpetúan.


¿Políticas públicas?

  1. Las leyes son insuficientes, y pobremente aplicadas, a veces hipócritamente promovidas de acuerdo a intereses políticos particulares y coyunturales.


  2. El sistema es aun débil en responder a la realidad. El personal que atiende los casos denunciados necesita ser solidario, empatizar con las victimas y no subestimar el nivel de riesgo que estas viven.


  3. No hay programas de prevención. La prevención necesita ser diseñada, premeditada, insertada en todos los escenarios que inciden en los cambios sociales. 

El papel de la Iglesia.
La iglesia tiene un papel fundamental en este orden, para promover que todos los seres humanos somos iguales en dignidad, del mismo valor ante nuestro creador. La iglesia esta llamada a ser agente que compasión, agente de transformación, está llamada a promover los valores espirituales que modifiquen los valores distorsionados y prejuiciados con que pensamos y actuamos. La iglesia está llamada a clarificar las doctrinas que muchos malinterpretan para no intervenir en casos de real abuso.
La iglesia está llamada  a ser la mano de Dios, confortando a los que sufren violencia, Jesús vino a sanar a los quebrantados de corazón, y ha prometido, y esa es mi mayor esperanza, que un día, el enjugará toda lágrima de nuestros ojos.
Aunque la tarea sea enorme, aunque el gigante de la violencia parezca invencible, más grande y más invencible debe ser nuestra voluntad de enfrentarlo. Dios está de nuestro lado.


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