Es conmovedora y alarmante la realidad que nos es presentada cada día por diarios y otros medios de comunicación. La violencia ha arropado nuestra sociedad con un manto cada vez màs oscuro e indescifrable, un fenómeno que se repite en todas las esferas sociales, en todas las regiones y que de una manera sutil ha sido permeado aun en muchos hogares cristianos. Es muy lamentable que los consejos de la palabra de Dios no estén siendo tomados en cuenta en algunos hogares.
El deseo de Dios es que la cabezas y guías de sus hogares, sustentadores y cuidadores de sus esposas, mantengan una comunión estrecha con El, una comunión que estè libre de una vida de ira y contienda.
Pablo expresa así: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar"; la oración sincera puede mucho, clamar por la ayuda de ese espíritu de poder, dominio propio y amor, que Dios ha dado a sus hijos, siempre será la mejor salida y Pablo añade la manera en que quiere que se ore: "levantando manos santas sin ira ni contienda"; esas manos que nos ha dado son para levantarlas a El en una actitud de paz y de armonía, nunca contra aquellos que Dios nos ha dado a cuidar.
En el momento de la prueba, cuando la ira acecha lista para atacar, eleva tus manos al Todopoderoso, no importa el lugar, y clama, El te ayudará.
No cuentes hasta diez... Ora.
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