Pasillando
por un mall buscando ropa masculina, me
hicieron notar que, en términos de tiendas la proporción de oferta para mujeres
es un 80% contra un 20% de tiendas para hombres. La gran cantidad de llamativas vitrinas tienen
de todo para las chicas y quizá al fondo, en algunos locales, los últimos pasillos tengan un área para caballeros.
Aunque
recientemente ha habido informes de estudios de mercado que parecen revelar que
los hombres gastan más dinero en compras que las mujeres, sigue siendo obvio que la
mujer, además de ser por tradición usada como objeto publicitario, también es
el target por excelencia para ofertas
de consumo masivo.
La
mujer es la que más frecuenta y la que más tiempo permanece en las tiendas.
Esto hace que seamos blanco de bombardeo
publicitario que nos incita a consumir, desde el detergente para lavar hasta el
café, desde un alfiler hasta el más lujoso juego de colchas para el aposento,
desde una media pantyhose hasta la fina cartera, el perfume, maquillaje,
cremas, la última tendencia de la moda
en ropa, las joyas y todo un mundo de artículos que, según nos apremian los
anunciantes, necesitamos para hacernos la vida llevadera y placentera.
Las
madres de pequeños, se obsesionan a veces con comprarles cantidades de ropa nueva a los chiquitos… ni hablar de
utensilios para el hogar... Pero, ¡tengamos
cuidado!, porque las personas de estratos promedio y de escasos recursos, no disponemos de ingresos tan estables como para gastar impulsivamente en todo lo nuevo y brillante que nos ofrecen.
Lo
ideal es que no compremos por emoción. Si gastamos de acuerdo a un presupuesto
previamente calculado, si hacemos una lista de las cosas que necesitamos, y en
esa lista vamos colocando en primer, segundo y tercer lugar las cosas realmente
indispensables, prioritarias o de mayor urgencia en el momento, entonces
estamos procediendo con sabiduría y prudencia.
Es
muy fácil, (Confieso que me ha pasado), entrar a una tienda buscando uno o dos productos, y salir con tremenda
cantidad de paquetes, habiendo gastado más dinero de lo aceptable o engrosando
el balance a pagar de una tarjeta de crédito. A veces, un dinero que era para otro
propósito. Luego viene el lamento. ¿Qué paso? Viste algo que te gustó tanto,
que no lo puedes dejar. Viste los productos de oferta, un vendedor estratégicamente
ubicado te ofrece la oferta de su marca y, sea porque crees en su propuesta o por
cortesía, también adquieres dicho producto. Eso, puede definirse como falta de control.
Hoy
día el síndrome del consumismo es 360
grados. No solo hay que llegar a la tienda para experimentar las
tentaciones. El mundo inmenso de las tiendas virtuales quitó toda restricción de espacio y tiempo
para gastar dinero compulsivamente.
Los
principios de educación financiera nos recuerdan que debemos vivir y adaptarnos
a un presupuesto, que debe prever cuánto podemos gastar en proporción a
nuestros ingresos reales. El no adaptar nuestros niveles de consumo a
nuestras reales posibilidades implicará
sobre endeudamiento, y muchas veces implica flaquezas en otras área de nuestro
carácter ( vanidad, pretensión, inmadurez, etc). Aun contando con holgura económica es un
pecado desperdiciar dinero comprando desmedidamente.
En
este orden, me gusta como referencia la mujer virtuosa de Proverbios 31, de la
cual la Biblia establece que era cautelosa como consumidora, adquiría las cosas
de la mejor calidad y precio y las aprovechaba al máximo, administrando todo
para que su familia estuviese satisfecha y bien atendida.
Romanos dice 'Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espítitu Santo'. 14.17
ResponderEliminar