Mientras
almorzábamos con un amigo, y hablábamos
de comida, solté una frase que le chocó “ En mi otra vida yo fui buena
cocinera”. Dije, y en realidad esperaba
que le chocara, pues implicaba cierta broma, que tras de si implicaba una
extraordinaria verdad. Su reacción fue
inmediata: ---¿Cómo que en tu otra vida? ¿Qué otra has tenido?
¡Oh
amo la riqueza de la semántica, que
permite que una misma frase pueda tener significados profundamente distintos!
Y
entonces le expliqué mi punto: Si bien
el tema de cocinar no era relevante en
el sentido de mi planteamiento, me sirvió de puente para verbalizar lo ciertamente
significa “mi otra vida”: Mi otra vida, fue Antes de Jesús. Yo no soy la misma Después de Jesús.
Jesús
me dio vida cuando estaba muerta en delitos y pecados.[i]
Mi nueva vida en Cristo implica
renunciar cada día a mi estilo de vida antiguo.- La Biblia, la Palabra de Dios, nos ordena despojarnos del viejo hombre,[ii] de la vida vacía,
vana, carente de sentido. Esa vida de
ceguera espiritual, de insensibilidad al bien y tendencia al mal. Esa era la
otra vida. Despojarnos, como un mendigo al que le regalan ropa nueva, se quita
los sucios harapos, se asea y viste lo nuevo. Despojarnos es un proceso de arrepentimiento y sumisión a
Dios a partir del momento de la salvación.
Mi
nueva vida es integral: Dios me salva en espíritu, alma, cuerpo y mente. Renueva mi mente, me da una nueva identidad,
conforme a la justicia y santidad de la verdad. Es un nuevo vestido, un nuevo
andar, un nuevo idioma, nuevas actitudes y nueva moral, de la oscuridad a la
luz.
“De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas,
pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”
2 Corintios 5.17
GThompson,
5/jun/2018
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