El mundo de las emociones es complejo. Algunas pasan pronto, otras son tan fuertes que llegan a cambiarnos la vida, o incluso a quitárnosla. Una emoción es una agitación o perturbación de la mente, y envuelve sentimientos, pasiones e impulsos que nos mueven a actuar. Son nuestra forma de reaccionar a los sucesos en nuestro entorno.
Las emociones son positivas o negativas dependiendo de si contribuyen o no a nuestro bienestar o malestar. Aun si son negativas, no son en sí perjudiciales. El daño está en su excesiva intensidad o en su larga duración, convirtiéndose entonces en un estado emocional.
Sentir y vivir nuestras emociones es normal, pero el desequilibrio viene cuando el estado emocional afecta nuestra efectividad para desenvolvernos en la vida diaria. En nuestro entorno estamos constantemente sujetos a emociones fuertes: sustos de accidentes, presiones de trabajo, imprevistos. Los disgustos con situaciones familiares, nuestro estado de salud y sobre todo nuestra naturaleza pecaminosa combaten permanentemente contra nuestra estabilidad.
Los expertos en Inteligencia emocional nos hablan de autocontrol como la capacidad de permanecer imperturbables ante todas estas amenazas y de evitar que nuestros impulsos y emociones nos lleven a dañar a otros o a nosotros mismos. El esfuerzo humano en este sentido es loable, pero estoy convencida de que es insuficiente. El verdadero éxito en cuanto a ser una persona emocionalmente equilibrada depende de la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, y sobre todo, de Andar en el Espíritu, quien nos ha facultado con el dominio propio. " Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio." 2 Tim. 1:7 Solo el Espíritu Santo garantiza nuestra estabilidad emocional.
Las emociones son positivas o negativas dependiendo de si contribuyen o no a nuestro bienestar o malestar. Aun si son negativas, no son en sí perjudiciales. El daño está en su excesiva intensidad o en su larga duración, convirtiéndose entonces en un estado emocional.
Sentir y vivir nuestras emociones es normal, pero el desequilibrio viene cuando el estado emocional afecta nuestra efectividad para desenvolvernos en la vida diaria. En nuestro entorno estamos constantemente sujetos a emociones fuertes: sustos de accidentes, presiones de trabajo, imprevistos. Los disgustos con situaciones familiares, nuestro estado de salud y sobre todo nuestra naturaleza pecaminosa combaten permanentemente contra nuestra estabilidad.
Los expertos en Inteligencia emocional nos hablan de autocontrol como la capacidad de permanecer imperturbables ante todas estas amenazas y de evitar que nuestros impulsos y emociones nos lleven a dañar a otros o a nosotros mismos. El esfuerzo humano en este sentido es loable, pero estoy convencida de que es insuficiente. El verdadero éxito en cuanto a ser una persona emocionalmente equilibrada depende de la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, y sobre todo, de Andar en el Espíritu, quien nos ha facultado con el dominio propio. " Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio." 2 Tim. 1:7 Solo el Espíritu Santo garantiza nuestra estabilidad emocional.
Mucho se puede hacer para mantener naturalmente una actitud positiva sana y para prevenir puntos bajos emocionales. Es una buena idea mantener fluyendo los productos químicos naturales del sentirse bien, con remedios naturales efectivos y seguros conteniendo una selección de hierbas conocidas por su función de calma y apoyo en el cerebro, manteniendo el equilibrio emocional y bienestar total.
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