Esta semana sostuve una confrontaciòn con esta lagartija, que se apoderò de una de las guayabas que a diario gotean del àrbol plantado en el patio de mi oficina. Al ver su firmeza y determinaciòn de no soltar la guayaba, corrì por la càmara para ilustrar este testimonio. A ella no le importò cuando la enfoquè, no se inmutò cuando le hablè, ni cuando me acerquè para captarla mejor. La dejè con su guayaba y por curiosidad volvì al patio un par de horas de despues, y ahì seguìa, guardando su posesiòn.
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