Hace unos días me di cuenta de lo abandonados que lucían los arbustos de rosas que tengo en el balcón. Las ramitas, aunque largas, estaban débiles y las hojas mareadas. Necesitaban algo màs que agua, asi que, tijeras en mano me dispuse a podarlas, lo que me costó, por no usar guantes, unas cuantas punzadas. Pero a pocos días ya veo lo positivo de haberlas podado: nuevas ramitas y hojas están brotando con vigor y se que pronto tendrè nuevas rosas. Algo gracioso sobre las rosas es que, mientras más grandes son las espinas en el tallo, más grandes son las flores. No puedo explicar eso, cómo mientras más punzantes y agudas son las espinas, más encantadoras son las rosas, y no puedo asegurarlo, pero pienso que también estas rosas son más fragantes.
En 2 Corintios12, el Apóstol Pablo habla de espinas, no en un arbusto de rosas, sino de situaciones dolorosas en nuestras vidas que no nos dejan, dolores del corazón que duran toda la vida.
Las espinan hieren. No tengo que decíserlo; algunas, sin duda, pueden ser removidas, pero la mayoría no. Pero he aquí lo que he descubierto considerando a mis amigos cristianos que han sufrido mucho, y que muestran tolerancia en vez de rabia hacia las espinas en sus vidas. He observado que, mientras más tiempo viven con una espina (y lo hacen por la gracia de Dios), la fragancia de Cristo en ellos parece ser más encantadora. Es algo muy dulce. No puedo explicar eso tampoco, pues es parte del misterio del sufrimiento del que habla la Biblia y ¿Sabe qué? Esta gente me inspira a mí a aceptar mis espinas, sin importar cuán punzantes y agudas me parezcan.
Si quiero ser fragante y florecer, he de permitir que Dios haga el trabajo de “podarme”, y aunque eso duele, también se que El se ocupa ha regarme, refrescandome con su Palabra.
Guarde esto en su corazón: Las espinas son la promesa de que lo que florecerá en su vida será mucho más grande, hermoso y fragante, mucho más dulce de lo que usted haya soñado.
Las espinan hieren. No tengo que decíserlo; algunas, sin duda, pueden ser removidas, pero la mayoría no. Pero he aquí lo que he descubierto considerando a mis amigos cristianos que han sufrido mucho, y que muestran tolerancia en vez de rabia hacia las espinas en sus vidas. He observado que, mientras más tiempo viven con una espina (y lo hacen por la gracia de Dios), la fragancia de Cristo en ellos parece ser más encantadora. Es algo muy dulce. No puedo explicar eso tampoco, pues es parte del misterio del sufrimiento del que habla la Biblia y ¿Sabe qué? Esta gente me inspira a mí a aceptar mis espinas, sin importar cuán punzantes y agudas me parezcan.
Si quiero ser fragante y florecer, he de permitir que Dios haga el trabajo de “podarme”, y aunque eso duele, también se que El se ocupa ha regarme, refrescandome con su Palabra.
Guarde esto en su corazón: Las espinas son la promesa de que lo que florecerá en su vida será mucho más grande, hermoso y fragante, mucho más dulce de lo que usted haya soñado.
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