Un exitoso empresario dominicano, en una entrevista publicada por un diario local, aconsejó lo siguiente: “No pasen más horas de la cuenta en su empresa”. La periodista reseña que este gerente abomina cuando un empleado necesita horas extras y descuida a su familia. “Si no tiene tiempo para atender su familia, será también un mal empleado” Sentenció el ejecutivo con más de 35 años de experiencia.
DULCE ES EL SUEÑO DEL TRABAJADOR. Ecl. 5: 12
Sus principios laborales sin duda, son cada vez más ignorados. Por una parte, está la voracidad de industrias y empresas que explotan al personal con excesiva carga de trabajo y los clásicos incentivos-castigos del palo y la zanahoria. Por otro lado, está la insaciable ambición de mejorar nuestra condición de vida, que nos impulsa al pluri-empleo que ocupará todas las horas hábiles de cada uno de nuestros días. ¡Hemos cedido nuestro derecho a vivir!
Con este ritmo de vida, los miembros de la familia llegan a ser huéspedes del mismo hotel, que entran y salen, comen, duermen y transitan bajo el mismo techo, pero sus vínculos son cada vez menos fuertes, menos significativos.
El predicador en Eclesiastés dice que el sueño del trabajador es dulce. Trabajar produce un cansancio que nos invita a dormir y con ello basta para renovar las fuerzas. Sin embargo, en esta sociedad postmoderna, el exceso de trabajo nos provoca insomnio y nos levantamos tan cansados o más al día siguiente.
Pienso que necesitamos hacer un alto y reconsiderar nuestro estilo de vida, nuestras prioridades y poner las cosas en el orden que deben estar, que gocemos de nuestra labor, sin autodestruirnos o enfermarnos por causa de ella, y sin sacrificar el espacio que corresponden a nuestra relación con Dios y con nuestros familiares.
DULCE ES EL SUEÑO DEL TRABAJADOR. Ecl. 5: 12
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