(yes, el abuelito , el viejisimo Gruger, quien lo escribiò para Alimento para el Alma en el 2003)
Lectura: Juan 17:13-23
“Para que todos sean uno, como tu, oh Padre, en mi, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros…” S. Juan 17:21
Recuerdo, en un ensayo del coro que dirigí por muchos años, como un jóven se puso de pié y expresó, que en un retiro para estudiantes, aprendió que la música que agrada al Señor es aquella que se canta a una sola voz (unísono), porque expresa la unidad de los creyentes en la que Jesús tanto insistió.
La opinión del joven me preocupó, ante la posibilidad de que siglos de liturgia, en donde el canto coral era importante, resultara a final de cuentas un esfuerzo, no sólo irrelevante. sinó que hasta podía “no agradar a Dios”. Después de reflexionar, llegué a la convicción de lo falso de la aseveración de marras. La unidad de los creyentes es algo tan importante, que no puede depender de la existencia de posiciones antagónicas, siempre que se mantenga armonía de criterio en cuanto a la persona y la obra de Jesucristo. En ese tenor, podría compararse la Iglesia a una orquesta sinfónica, que no obstante cada instrumento musical sonar diferente y hacer un papel distinto, todo resulta en una armonía de sorprendente belleza, o como el ejemplo del cuerpo que citara S. Pablo, que dentro de la diversidad operativa de cada uno de sus miembros, todos trabajan en sincronía hacia el bien del individuo. Así la Iglesia; que con la existencia de grupos de creyentes con lineas de pensamiento teológico diferentes, en lo fundamental somos UNO EN CRISTO, y este es un privilegio que nadie nos puede quitar.
¿Eres parte del cuerpo de Cristo?
“Para que todos sean uno, como tu, oh Padre, en mi, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros…” S. Juan 17:21
Recuerdo, en un ensayo del coro que dirigí por muchos años, como un jóven se puso de pié y expresó, que en un retiro para estudiantes, aprendió que la música que agrada al Señor es aquella que se canta a una sola voz (unísono), porque expresa la unidad de los creyentes en la que Jesús tanto insistió.
La opinión del joven me preocupó, ante la posibilidad de que siglos de liturgia, en donde el canto coral era importante, resultara a final de cuentas un esfuerzo, no sólo irrelevante. sinó que hasta podía “no agradar a Dios”. Después de reflexionar, llegué a la convicción de lo falso de la aseveración de marras. La unidad de los creyentes es algo tan importante, que no puede depender de la existencia de posiciones antagónicas, siempre que se mantenga armonía de criterio en cuanto a la persona y la obra de Jesucristo. En ese tenor, podría compararse la Iglesia a una orquesta sinfónica, que no obstante cada instrumento musical sonar diferente y hacer un papel distinto, todo resulta en una armonía de sorprendente belleza, o como el ejemplo del cuerpo que citara S. Pablo, que dentro de la diversidad operativa de cada uno de sus miembros, todos trabajan en sincronía hacia el bien del individuo. Así la Iglesia; que con la existencia de grupos de creyentes con lineas de pensamiento teológico diferentes, en lo fundamental somos UNO EN CRISTO, y este es un privilegio que nadie nos puede quitar.
¿Eres parte del cuerpo de Cristo?
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