PELEANDO CON EL MONSTER

Otra vez me acordé de Bebo, un pequeñín de poco menos de tres años cuyas ocurrencias me han puesto a reflexionar en más de una realidad. Bebo es travieso e inquieto, pero algo lo controla: le tiene un miedo pavoroso a los “Monsters”.

Más de una vez me pidió que peleara yo con el monster; yo  invitaba a  Bebo a pelear junto conmigo, pero el huía y me respondía: “No, el monster me maja”. ¡Ja! Me divertía el drama de demostrarle cómo peleaba yo con el monster.

Ahora, cuando me envía saludos, me cuentan que sigue preguntando  si sigo peleando y cómo lo hago.
Monstruos,
Nos intimidan,
Nos paralizan
Nos hacen huir
Nos hacen escondernos
Nos hacen buscar refugios (a veces los menos indicados) y encerrarnos creyendo que así estaremos a salvo.
Monstruos de preocupación
Monstruos de incertidumbre
Monstruos de enfermedad
Monstruos de dificultad
Monstruos de depresión
Monstruos de toda especie…
Muchos de ellos son reales gigantes
Muchos otros pueden ser simplemente una jugada de nuestra imaginación.
Sí, Bebo,  realmente estoy peleando con el monster.
No huiré, porque eso no lo detiene,

No me esconderé, porque eso prolonga la pelea.

Tampoco me pienso rendir.

Es mejor, cuál David contra Goliat, disponer de la confianza en Dios

Y Salir a luchar. Solo al salir, sabrás la verdadera dimensión del enemigo,

Y talvez respires al notar que veías fantasmas  indefensos,

O que aquello a que tanto le temes, también te teme a ti.

Y que, para los monstruos reales, El Señor de los ejércitos pelearà por ti

Y vas a estar tranquilo, tranquila.

¡Anda a pelear contra el monster!