Por Rafael Danilo Grullòn (Yes, el abuelìssimo)
Sólo era una madre,
Una madre triste como otra cualquiera
De las tantas madres que pueblan la tierra,
De las que recuerdan las tardes lluviosas,
Esas tardes grises
Donde el cisne canta su final poema…
Ella era una madre como otra cualquiera.
Podía ser su cuerpo informe o agraciado
Talvez de tez blanca o quizás morena
Sus ojos, ¿quien sabe?, castaños o azules
De encrespado pelo o lacios cabellos…
Ella era una madre,
Una madre triste como otra cualquiera
De las tantas madres que pueblan la tierra.
Un único hijo le robaba el alma;
Por ese muchacho se alejó del mundo,
Se olvidó mil veces de las cosas buenas
Y apuró la copa de la inexistencia…
Un hijo ayer niño, hoy mozo de escuela,
De esos que en los libros tesoros encuentran
Los que a su madre, por madre veneran…
Sólo era una madre,
una madre triste como otra cualquiera
De las tantas madre que pueblan la tierra.
Convulsa la historia su ritmo acelera
Despertar de siglos cual ciclón resuena.
El pobre reclama, el rico desprecia,
Y fuerzas malignas sus furias liberan…
La muerte se ensaña,
El luto penetra en hogares pobres,
Penetra en la escuela,
Y caen destrozados imberbes mancebos
Bajo la metralla de la soldadezca…
Tu estabas orando aquella mañana
De presentimientos,
De presagios llena,
musitando frases talvez sin sentido…
y un fragor lejano suspenso te deja…
Allá en tus entrañas mil balas razgaron
Mil gritos se oyeron,
Y un pedazo tuyo
Caliente cual fuego salió de tu seno.
Sin saber lloraste sin dolor ni llanto.
Y un débil gemido salió de tu pecho…
Pues allá se esparce en el polvo incierto
Teñido de rojo, un cuerpo sin vida,
Un hijo, tu hijo, el hijo de todas,
De todas las madres que ven un desfile
De muertos que claman
De hijos que miran con ojos hundidos
Y cuyo pecado es ser sólo hijos.
Hijos de la patria
Hijos de mil madres, de ojos sin brillo,
De escuálidos pechos,
Sin dolor ni llanto.
…Madres de mil hijos…
Tirado un cadáver
Al lado unos libros.
La furia se calma, la sangre ha corrido,
La furia se calma, la sangre ha corrido,
Sangre de mancebos
Sangre de promesas
De madres que hoy lloran su terrible sino.
El mundo prosigue su inmutable ritmo,
El pobre más pobre, el rico más rico…
…y una madre seca, de escuálido pecho
mirando lejana con ojos sin brillo;
una madre de esas que se dan entera
como cualquier madre por amor al hijo,
tejiendo esperanzas,
esperanzas truncas
por los avatares de un fatal destino.
Sólo era una madre,
Una madre triste como otra cualquiera
De las tantas madres que pueblan la tierra,
De las que recuerdan las tardes lluviosas,
Esas tardes grises
Donde el sauce entona su llorosa endecha…
Sólo era una madre como otra cualquiera.
FIN
R. Gruger. Mayo 1970
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