"El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregò por todos nosotros..." Romanos 8:32.
Después de 2000 años sigue la controversia sobre a quién o a quienes atribuir la responsabilidad de haber condenado a Jesús a muerte.
Pudieramos considerar a los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, quienes componían el Sanedrín o concilio. Este grupo lo acusó de blasfemia, pero carecía de autoridad para aplicar la pena capital. En consecuencia, llevaron a Jesús ante Pilato, el gobernador romano de Judea. Este lo transfirió a Herodes, que gobernaba sobre Galilea, y por lo tanto tenía jurisdicción sobre el caso, pues Jesús era galileo. Herodes percibió que el caso de Jesús podría tener consecuencias políticas insospechadas, y bajo el argumento de que no hallaba delito en el detenido, se lo devolvió a Pilato.
En su interrogatorio personal al Señor, Pilato le aseguró tener potestad para crucificarlo o liberarlo. La sorprendente respuesta de Jesús nos saca del escenario del pretorio, los soldados y la muchedumbre: "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada desde arriba" (Juan 19:11)
Varias veces Jesús anunció su muerte. Al hacerlo decía que sería entregado en manos de hombres (Lucas 9:44). ¿Entregado por quién? La conclusión es clara:
Entregado por el Padre. Como Abraham atando a Isaac en el altar del sacrificio, Dios el padre no escatimó a su hijo atándolo en la cruz, y el hijo obediente, puso su vida por las ovejas, aquellas que debía traer para que haya "un rebaño y un pastor".
¿Qué doloroso verdad? Un padre condenó a muerte a su hijo, y su hijo aceptó ofrecerse en sacrificio. ¿Porqué? Por amor a nosotros. ¿Cómo podemos corresponder a tanto amor?
"Por eso me ama el padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar" -Jesús-
Después de 2000 años sigue la controversia sobre a quién o a quienes atribuir la responsabilidad de haber condenado a Jesús a muerte.
Pudieramos considerar a los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, quienes componían el Sanedrín o concilio. Este grupo lo acusó de blasfemia, pero carecía de autoridad para aplicar la pena capital. En consecuencia, llevaron a Jesús ante Pilato, el gobernador romano de Judea. Este lo transfirió a Herodes, que gobernaba sobre Galilea, y por lo tanto tenía jurisdicción sobre el caso, pues Jesús era galileo. Herodes percibió que el caso de Jesús podría tener consecuencias políticas insospechadas, y bajo el argumento de que no hallaba delito en el detenido, se lo devolvió a Pilato.
En su interrogatorio personal al Señor, Pilato le aseguró tener potestad para crucificarlo o liberarlo. La sorprendente respuesta de Jesús nos saca del escenario del pretorio, los soldados y la muchedumbre: "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada desde arriba" (Juan 19:11)
Varias veces Jesús anunció su muerte. Al hacerlo decía que sería entregado en manos de hombres (Lucas 9:44). ¿Entregado por quién? La conclusión es clara:
Entregado por el Padre. Como Abraham atando a Isaac en el altar del sacrificio, Dios el padre no escatimó a su hijo atándolo en la cruz, y el hijo obediente, puso su vida por las ovejas, aquellas que debía traer para que haya "un rebaño y un pastor".
¿Qué doloroso verdad? Un padre condenó a muerte a su hijo, y su hijo aceptó ofrecerse en sacrificio. ¿Porqué? Por amor a nosotros. ¿Cómo podemos corresponder a tanto amor?
"Por eso me ama el padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar" -Jesús-
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