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Luego contó acerca de un hombre desesperado que le confesó a su pastor: «Mi vida está realmente yendo muy mal». «¿Cómo de mal?» inquirió el pastor. Enterrando la cabeza entre sus manos, gimió: «Le diré cómo de mal; Dios es todo lo que me queda». El rostro del pastor se iluminó. «¡Me alegra poder darte la seguridad y la tranquilidad de que una persona a la que no le queda nada más que Dios tiene más que suficiente para alcanzar la mayor victoria!»
En 2 Crònicas 20, el pueblo de Judá también estaba en problemas. Admitió su falta de poder y sabiduría para conquistar a sus enemigos. ¡Dios era todo lo que les quedaba! Pero el rey Josafat y el pueblo vieron esto como un motivo de esperanza y no de desesperación. «A ti volvemos nuestros ojos», Le declararon a Dios (2 Crónicas 20:12). Y su esperanza no quedó decepcionada cuando Él cumplió Su promesa: «No es vuestra la guerra, sino de Dios» (v. 15).
¿Te encuentras en una posición donde toda la autosuficiencia ha desaparecido? Al volver tus ojos al Señor y poner tu esperanza en Él, tienes la tranquilizadora promesa de Dios de que no necesitas nada más.
(Desconozco el autor)
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