Se dice que la historia se escribe afectada o viciada por los intereses de quienes la registran.
Con todo, admiro lo que conozco y he aprendido de Juan Pablo Duarte. Entiendo que las versiones de la historia que nos han quedado lo elevan a una dimensión casi angelical, lo cual creo innecesario; en mi percepción se trató de un ser humano con altísimos y loables ideales.
Cada año, al acercarse su natalicio, pienso cuán distinta sería esta nuestra nación si solo un 10% del ideario de Duarte se practicara. Con esto en mente, grabamos y difundimos capsulas con su pensamiento, y para el 26 de Enero sustituimos un programa regular para presentar su biografia y arengar que adoptemos y promovamos sus principios, como la mejor ofrenda que podemos hacerle al país en su memoria.
Esta vez, mientras estaba conmovida escuchando la grabación de las frases más celebres del prócer, llegó a mi oficina un hermano que, al enterarse de mi identificación con el padre de la patria, puso cara de “block” y me dijo: ¿Promueves al Duarte que nos pintan sin realmente conocer la verdad? Como Pilato a Jesús le pregunté: ¿Cuál es la Verdad? (Pensé que saldría con el tema de que Duarte procreó familia en Venezuela) pero nada, salió con algo que también ya había oído: que Duarte era masón.
No demoré en reaccionar y decidí no discutir mucho sobre el tema. Tampoco tenia tiempo para profundizar, pero, en mi mente puse en balanza el legado de Duarte, los principios espirituales que promovió, la satisfacción de que, gracias a Duarte, somos el único país que tiene una Biblia abierta en su escudo, el slogan de “Dios, Patria y Libertad” y el ejemplo personificado de quien cree, vive, da todo lo que tiene y muere por una causa…
Definitivamente, absolutamente ¡me quedo con Juan Pablo Duarte!
¡Honor a la memoria del Padre de la Patria!.
“El buen dominicano tiene hambre y sed de justicia ha largo tiempo, y si el mundo se la negase. Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; entonces, ¡ay! de los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron.... ¡la Eternidad de nuestra idea! Porque ellos habrán de oír y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oír ni ver jamás.”
“No he dejado ni dejaré de trabajar a favor de nuestra santa causa haciendo por ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho hasta ahora todo lo que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo hago con las manos”
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