Aquellos que se han arrepentido de antiguos pecados, y viven hoy como nuevas criaturas en Cristo Jesús, no están exentos de la tentación, pues una doble naturaleza nos acompaña: La Biblia llama a nuestra naturaleza humana con términos como “La carne” “El viejo hombre”, y nos invita a despojarnos de él y de sus hechos. En esta circunstancia, el enemigo tratará de que tomemos con ligereza y hasta con ingenuidad acciones que claramente la Biblia establece como obras de la carne. Así, el creyente débil puede ceder ante los trocitos de carnada que le alejarán de su vida nueva y le harán recaer en la antigua. La clave para no caer ha sido provista por el Señor: “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo anda alrededor buscando a quien devorar”
Velar significa estar alerta, y cuidarnos de no darnos permisos para echar un vistazo a las ofertas de Satanás, cuyo argumento favorito es “Eso no es nada”. Así ha llevado a la quiebra espiritual a mucha gente amada y valiosa para Dios.
Dios nos habla constantemente de que si le amamos y queremos agradarle, le obedeceremos y así nuestras vidas serán radiantes, como luminarias que resplandecen en medio de un mundo atrapado en las tinieblas del pecado. G.T.
¿Para qué pecar si soy salvo, si ya tengo tanta luz? (Himno)
LECTURA BIBLICA sugerida: Colosenses 3: 1-17
Verso: “…Habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos” Col. 3:9.
Verso: “…Habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos” Col. 3:9.
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