Por Maritza Dalmasì
(Tomado de Alimento para el Alma)
Nehemias 9: 7-21
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había dicho a la casa de Israel; todo se cumplió. Josué 21: 45
Una madrugada, estudiando en la palabra la vida de los patriarcas y el pueblo de Dios, descubrí que el desierto es un lugar clave, para el crecimiento y fortalecimiento de la fe. Abraham, Isaac, Jacob, José, Jesús, todos tuvieron una cita con el desierto.
En los días siguientes visitamos un viejo amigo que por muchos días estaba padeciendo dolor continuo por hernia discal previo a cirugía. Compartimos con él esta reflexión. Luego comprobamos que, por causa de esta prueba su relación con Dios mejoró y nuevas y buenas decisiones fueron tomadas para su vida.
El desierto puede ser la enfermedad, el desempleo, la pérdida de un familiar, la crisis en la familia, etc. En el desierto (dificultad, prueba) somos fortalecidos en fe, carácter y esperanza. Dios se dio a conocer a su pueblo en el desierto, ahí le dio sus nombres y les mostró su fidelidad y su presencia. Abraham fue bendecido y enriquecido en el desierto.
Dios sabe que andas por este gran desierto. El ha estado contigo, y nada te ha faltado.
En las dificultades Dios nos muestra que está con nosotros y que podemos contar con El.
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