Al arribar a Belén, Noemí y Rut se encontraron con campos llenos de sembradores, hombres y mujeres, que cortaban el trigo que estaba listo para la siega con sus azadones, atándolos en montones y recogiendo alegremente la cosecha. En la ciudad la gente le dio la bienvenida a Noemí.
Rut se convirtió entonces en la que debía mantener a Noemí. Normalmente cada familia contaba con suficientes mujeres para ocuparse de todas las necesidades del hogar, no habiendo tanto trabajo para la mujer fuera de la casa. De hecho, de no haber provisto Dios para las necesidades, las viudas y los pobres se hubieran encontrado completamente indigentes. El pueblo de Israel era compasivo en base a las órdenes que Dios les había dado de cómo ayudar al pobre y al desvalido. En la cosecha los dueños de las grandes fincas tenían la costumbre de siempre dejar en el suelo las espigas que caían de las manos de los segadores, y cualquier pobre podía entrar a los campos y recogerlas.
Así fue que Rut salió con la intención de recoger algo para comer ella y Noemí. Y comenzó a recoger, sin saberlo, en el campo de un Señor llamado Booz. Desde muy temprano y con mucha diligencia estuvo ocupada en esta tarea, cuando en horas de la tarde llega el dueño, Booz y saluda a sus empleados: “Que el señor les bendiga” y ellos responden “Que el Señor le bendiga a usted también” Rut se enderezó de su labor, ¿Quién será este señor que trata con tanta jovialidad a sus empleados? El hombre la vio y también le llamó la atención aquella joven muchacha que nunca antes había visto por allí. Preguntó a su capataz de quién se trataba, y éste se ocupó de identificar a Rut, como la joven viuda nuera de Noemí, que vino de Moab y que había abrazado la fe en Dios.
Luego Booz se acercó a Rut y le dijo “escucha hija mía, no vayas a ningún otro campo, quédate con mis criadas; daré orden que nadie te moleste, y cuando tengas sed, ve a donde están las vasijas de agua y toma con libertad.
Rut, quien no salía de su asombro, no pudo contenerse y preguntó “¿por qué se ha fijado usted en mí siendo yo una extranjera?
Booz respondió, “Se todo lo que haz hecho por tu suegra, se que dejaste tu patria por venir a vivir con nosotros. Que Dios te lo pague. Que el Señor de Israel en quien has buscado refugio, te premie por todo lo que has hecho”.
Esta bendición de Booz para Rut demuestra que este hombre era un varón temeroso de Dios, que sabia apreciar los valores y la dignidad de los seres humanos, aunque social o económicamente estuvieran por debajo de su nivel.
Bueno, ya puedes notar que la historia de Rut había corrido por todo Belén y había llegado a los oídos de Booz., quien era… un pariente de Elimelec, el suegro fallecido de Rut, y ¡además era distinguido, influyente y rico en posesiones!
Rut, llegó a su hogar con las manos llenas de alimento, y con el corazón rebozado de la bendición que este día le había tocado.
Noemí, quien hasta ese momento seguía quejándose de que Dios le había afligido, tornó su rostro completamente mientras escuchaba de labios de Rut, todo lo que le había ocurrido ese día.
Entonces Noemí glorifico a Dios, y reconoció que su mano providencial estaba sobre ella. Rut se enteró en ese instante que Booz era familiar cercano de Noemí, y que esta era parte de la razón por la que ella fue tan gratamente favorecida por este Señor.
Booz tenía otras razones para estar impresionado por Rut; ella era sincera, abnegada y solidaria. ¿Estás anticipando lo que sigue de esta historia? Ten paciencia, en nuestra próxima publicación avanzaremos hacia el siguiente capitulo en las vidas de estas mujeres que Dios quiso usar para enseñarnos sobre su fidelidad y su bondad.
Continuarà...
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