Por fin me reencuentro con este cuento de Rodríguez Demorizi que escuché de labios de mi padre en mi infancia y del cual nos quedamos toda la vida con la expresión “Yo vivo de lo mío”.
Cuando gobernaba en Puerto Plata el General Lavera, que era malo con colmo, convocó para un día señalado a todos los pobres del Distrito, a que se reunieran en la plaza del pueblo arriba. Cada quien calculaba sacar la tripa de mal año. "Que nos va a dar ropa", decía uno. "No, que lo que va a dar es dinero, que recibió muchísimo por un vapor que llegó de la Capital ",y así cada uno echaba alegremente sus cuentas .
Llegó el día de la reunión y la plaza parecía una Corte de los Milagros. Cojos, mancos, tullidos, ciegos, tuertos, llagosos .... era aquello una florescencia de cementerio, como si cada tumba se hubiese abierto y echado al exterior su tétrico contenido. Momentos después llegó el General Lovera seguido de mil hombres de tropa que cercaron la plaza.. Avanzó el jefe, con su cara de estrafalario furibundo y con ronca voz comenzó a interrogar a los pobres uno a uno.
-Usted, ¿de qué vive?
-Yo, de la caridad pública. Ya ve que me falta un brazo y no puedo trabajar.
-Pues pase a aquel lado- le contestaba él señalándole el flanco izquierdo de la plaza.
Ya sólo faltaba un pobre por ser interrogado, y el General Lovera le hizo la pregunta consabida.
-Yo-- le contestó aquél, que era un hombrecillo flaco y desmedrado, con cara de gato, -yo vivo de lo mío. No me falta nada. Y se sonó los bolsillos del pantalón que produjeron un ruido argentino.
- Pues váyase a su casa, que con usted no es la cosa, -le contestó con su voz atronadora el General Lovera. Entonces, dirigiéndose al Comandante de la fuerza, le gritó:
-Cumpla la orden. Fusíleme a todos estos sinserviles!-
Y se fue.
Se armó una gritería de lamentos entre la multitud de pobres. Todos gemían y lloriqueaban su desgracia, y anatematizaban el nombre de su sacrificador Lovera.
El que se las dio de rico se acercó entonces al grupo de los condenados a muerte, y un compadre suyo llamado Juan José, que se encontraba allí, le increpó diciéndole:
-Hombre, compadre Toño, sólo usted es malo. Si usted sabía esto, ¿cómo no me dijo algo, en vez de dejar que me sacrifiquen así, como un marrano?
-Compadre,- le contestó el falso rico: -Yo no
sabía nada. Lo único que yo sé es que ai probe no lo llaman pa’ na güeno. Por eso me preparé, llenándome los bolsillos de tiestos de platos.
“Cuentos de Política Criolla”; recopilación de cuentos hecha por Emilio Rodríguez Demorizi, incluye el cuento “Al pobre no lo llaman para cosa buena” de José Ramón López, entre otros.
ResponderEliminarGracias Sr. Bretòn por su valiosa aclaracion.
ResponderEliminarEste cuento lo lei a la edad de 9 años y realmente me marco. Desde ese momento entendi que el pobre y cualquier persona debe mantener su moral en alto, nunca debes tirarte al suelo para que te tengan pena pues al final mira lo que ocurre. te mandan a fusilar.
ResponderEliminarentiendo es facil de entender y desde ese momento siempre ando con los bolsillos llenos para evitar ser fusilado.
Tengo la versión completa del cuento de José Ramón López, te la enviaré para que la comparta con tus amigos. Este texto deja una terrible enseñanza que muchos han olvidado. Quien asume que es pobre, realmente es pobre y las ideas y proyectos que se les ocurren son ideas poco fructífera y de poco alcance, porque la pobreza aunque tiene un componente matarial,que se contituye en una barrera cuasi imposible de salvar, pero la real y definitiva pobreza es espiritual, mental, esa paraliza a las personas y la convierte en un tiesto viejo despreciado por todo el mundo. Me alegro mucho encontrarlo publicado en tu espacio.
ResponderEliminarAsí es de acuerdo con usd, pero ciertamente hay otra variante es que para esos mancos paoperrimos’ como llamamos en nuestro país no hay un sistema que por lo menos normalize tanta miserias
EliminarWAO, ME ACUERDO DE ESTE CUENTO, Y SIEMPRE LO RECUERDO CUANDO UNO DE MIS SUPERIORES ME LLAMAN.
ResponderEliminarSeñores, este cuento, como les comenté marcó mi vida. Lo leí a la edad de 9 años y desde ese momento me marco. Ciertamente como expresa, la pobreza es algo mental, en países desarrollados como el nuestro se suele asumir que los pobres no debemos tener oportunidades y que el no poseer recursos materiales no debe excluirnos de las sociedades, no debe ser visto como una vergüenza o como un pecado mortal.
ResponderEliminarLo mejor que me ha pasado ha sido el tener la dicha de haber nacido en un hogar de gente pobre (materialmente), pero millonarios en valores. Eso es lo que realmente cuenta.
Bueno,! cuanta filosofía en la gente de conocimiento empírico y sapiencia de nuestra cultura.!
ResponderEliminarCuál es su contexto historico
ResponderEliminarEs bueno el fragmento del cuento y eso pasa siempre que hay un pobre
ResponderEliminarO mas bien siempre
En una sección de lectura en las clases de gramática me tocó leerlo, ya hace 41 años, y se quedó en mi memoria, nunca más lo había leído hasta hoy, gracias por esta publicación
ResponderEliminarAhora mismo le hacia referencia de este cuento a un amigo de Puerto Plata, porque me acordé por algo similar que me esta ocurriendo y hasta le dije que creía que el autor del mismo era de Puerto Plata, por eso vine Google y ya pueden ver la muestra.
ResponderEliminarY hasta se lo hice llegar.
Nunca se me olvidó el mensaje principal.
Gracias a quien tuvo el honor de ponerlo aquí.