Tal vez el título de esta entrega te parezca algo hermoso, pero irreal, que contrasta con tu realidad; tu panorama es gris, oscuro, incierto, tu familia esta plagada de conductas destructivas, hay discusiones, hay violencia, hay alcoholismo, hay drogas, hay rebeldía, hay lucha por el poder, hay irresponsabilidad financiera, hay infidelidad. Todo menos armonía y amor
Aunque nuestro hogar no sea perfecto, lo que más anhelamos es la armonía en nuestras relaciones familiares. Para lograrlo es importante identificar los puntos débiles buscando la forma de superarlos y fortalecer los puntos fuertes. Descubrir esto permite a la familia aprender a superar las dificultades, recuperar el tiempo perdido, corregir las deficiencias, reconciliar las diferencias y proyectarse con esperanza, todo esto con la ayuda de Dios.
Se espera que una familia sea el lugar donde, en primer lugar, se promueve y se conserva la salud mental, emocional y espiritual de la pareja, lo cual permite fortalecer la personalidad de cada uno.
No existe ninguna receta mágica para que un hogar tenga sanas relaciones personales. Pero si es necesario tener un modelo a seguir y no vivir a la deriva. No importa que haya desacuerdos y problemas si están juntos, los miembros de una familia pueden aprender a quererse más cada día y a tener un hogar armonioso.
Un elemento necesario es la fidelidad y el compromiso entre los padres. Esto produce seguridad entre los miembros de la familia, de que pertenecen unos a otros. Primeramente la pareja debe considerarse como una relación que debe durar toda la vida y no estar bajo la constante inestabilidad en que muchos viven, juntos un día y separados el día siguiente. Los hijos necesitan vivir con la certeza de que como familia, siempre contaran con la seguridad de ser amados y protegidos incondicionalmente. Si la pareja se compromete a estar unida, transmitirá seguridad a sus hijos y ellos se sentirán confiados viendo el ejemplo de unidad y respeto de sus padres.
Otro elemento muy importante para la armonía en el hogar es la forma en que la familia maneja el poder. Toda organización necesidad quien la dirija, por eso Dios ha puesto a los padres como guías, gerentes, maestros y proveedores para los hijos. Esta responsabilidad es ineludible, y requiere que los padres estén de acuerdo con la autoridad que han de emplear en el hogar.
La armonía en el hogar requiere de acercamiento entre los miembros de la familia. Los gratos momentos que todos recuerdan de su hogar surgen precisamente porque pasaron tiempo juntos. Ser familia es el fruto del tiempo que se dedica a conocerse y a unirse más. Expresar gratitud, brindar elogios, ser afectuosos, y apoyarse mutuamente, son factores que fortalecen los lazos de amor entre los miembros de la familia.
Hay siempre que incluir el tema de la comunicación. Para fortalecer el vínculo de la comprensión y apoyo en la vida diaria se necesita aprender a escuchar y tener la mente abierta para compartir pensamientos y sentimientos. La buena comunicación no surge automáticamente, hay que trabajar para lograrla, tratando de alimentar el diálogo para hacer de el algo natural.
Resolver problemas, es una actitud que hay que tener permanentemente. Tenemos tanto miedo a enfrentar los problemas, que preferimos convivir con ellos. Pero no se gana nada bueno actuando así. Necesitamos aceptar y superar los cambios y las pérdidas. Es bueno poner en primer lugar lo que nos une y fortalece como familia, para que, aun en medio del dolor seamos capaces de trabajar para enfrentar cualquier crisis. A veces será necesario pedir perdón o aceptarlo de otros, porque al perdonar Dios une a la familia.
Distinguir entre el bien y el mal y saber tomar decisiones que favorezcan a la familia y sus miembros implica estar conscientes de las necesidades de mutuo cariño y consideración. Enseñar a los niños a ser honestos, hacer y defender lo que es justo. Educar con la fuerza del amor a fin de guiar y corregir apropiadamente a los hijos.
Finalmente, esta el elemento de la fe, de la presencia de Dios en la familia. Reconocer que Dios tiene un propósito para la familia y confiar en su amorosa presencia, genera la esperanza, el amor y el buen ánimo para luchar juntos ante cualquier adversidad y conflicto. Esta es la base de todos los demás elementos que hemos mencionado, porque significa poner la familia al cuidado de Dios.