¿Anhelas tú tener una relación más cercana con Dios, pero no te crees digno? ¿Estas convencido de que no eres nadie y que por lo tanto nunca serás aceptado, mucho menos bienvenido en la presencia de Dios?
¡Alabado sea Dios! Nuestra entrada a su presencia no se basa en nuestro propio mèrito, sino en los mèritos de Jesucristo. Cuando entramos a la presencia de Dios en el nombre de Jesús, somos aceptados por Dios como Jesús es aceptado, porque Dios nos considera como sus amados hijos.
Jesús nos invita a ti y a mi, en su Nombre, a venir a la presencia del Padre a través de la oración, trepar a su regazo por la fe, poner nuestra cabeza en su hombro de fortaleza, sentir sus brazos amorosos y protectores rodeándonos, decirle “ABBA” padre, (que quiere decir, papito) y derramar nuestros corazones ante El. En su presencia hay plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre!.
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