Alguien definió el término estrategia como el puente entre dos situaciones: Nuestra realidad presente y el estado ideal, meta, sueño o visión que aspiramos alcanzar. Nuestro problema es cómo construir ese puente. Muchas publicaciones actualmente nos ofrecen pautas para pensar estratégica y eficazmente, y darle propósito a nuestra existencia, tanto en términos generales como en materia de negocios, deportes, educación, etc.
Si de una cosa podemos estar seguros es que vivimos en un mundo cada vez más impredecible, cada vez se hace más difícil tener un plan y peor aun, se hace difícil tener un plan que se cumpla. Metas personales, presupuestos y proyectos, son muchas veces brillantemente redactados y considerados perfectamente factibles, pero (¡pero!) pasan las fechas límites, y no se logran. ¿Qué sucede? Solemos concluir con que falló la estrategia.
Y es que hay una trampa aquí: todos andamos en una carrera desenfrenada por resultados; el éxito solo se mide con números y estadísticas de todo: utilidades, número de miembros de la iglesia, diplomas y puntuaciones. Si bien estas "evidencias de logro" son importantes, no deben cegarnos al grado que olvidemos que las cosas más valiosas que podemos obtener en la vida probablemente nunca aparecerán en una hoja de vida, en un informe anual o en un estado financiero. Siempre será mejor tener un plan que no tenerlo, pero, mientras cruzamos el puente hacia la meta, detengámonos a disfrutar del viaje. Pablo nos propone imitarle en tener como meta suprema el conocer a Cristo y llegar semejante a él. El puente para esto fin se construye día a día en el fortalecimiento de una relación cada vez más intima con Dios.
Si de una cosa podemos estar seguros es que vivimos en un mundo cada vez más impredecible, cada vez se hace más difícil tener un plan y peor aun, se hace difícil tener un plan que se cumpla. Metas personales, presupuestos y proyectos, son muchas veces brillantemente redactados y considerados perfectamente factibles, pero (¡pero!) pasan las fechas límites, y no se logran. ¿Qué sucede? Solemos concluir con que falló la estrategia.
Y es que hay una trampa aquí: todos andamos en una carrera desenfrenada por resultados; el éxito solo se mide con números y estadísticas de todo: utilidades, número de miembros de la iglesia, diplomas y puntuaciones. Si bien estas "evidencias de logro" son importantes, no deben cegarnos al grado que olvidemos que las cosas más valiosas que podemos obtener en la vida probablemente nunca aparecerán en una hoja de vida, en un informe anual o en un estado financiero. Siempre será mejor tener un plan que no tenerlo, pero, mientras cruzamos el puente hacia la meta, detengámonos a disfrutar del viaje. Pablo nos propone imitarle en tener como meta suprema el conocer a Cristo y llegar semejante a él. El puente para esto fin se construye día a día en el fortalecimiento de una relación cada vez más intima con Dios.
"Prosigo a la meta" Fil 3: 14
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son bienvenidos!