"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


martes, 10 de febrero de 2009

EL CAMINO DE REGRESO

Ayer es un cheque cobrado.
Hoy es efectivo en mano.
Mañana es un pagaré para aquellos que aceptan la victoria de Jesús.

HACE AÑOS, cuando mi padre ayudaba en la rehabilitación de los presos, me
preguntó si yo le acompañaría a visitar las celdas. “
Por favor, papá, no me
pidas que haga eso”
, le contesté.
“No me animaría ni a entrar a una cárcel,
mucho menos a una celda.”
Pero, ahora que yo mismo he sido reclusa, este temor se me ha desvanecido
completamente y procuro en toda oportunidad posible predicar el evangelio en
las cárceles.
Había recibido una invitación para visitar a Sing Sing y estaba lista para ver
esa moderna institución penal.

En la playa de estacionamiento estaban los automóviles de un equipo de fútbol
que había venido a medirse contra el equipo de Sing Sing.
Varios portones se abrieron y cerraron tras nosotros, y luego, un camión
celular nos llevó hasta la colina en cuya cumbre se levantan los edificios. No
pude evitar el recuerdo del camión celular en que se me había llevado a la
prisión de Scheveningen. Aparte de esto, no había aquí nada que se pareciera a
aquella otra cárcel. Estos edificios ni parecían de prisión.

En un espacio libre frente a la capilla había numerosos presos caminando
libremente, sin uniforme. El paisaje hacia el río era hermoso.
Dentro de la capilla había un centenar de presos y sólo un guardia. El culto
parecía un servicio religioso corriente. Los hombres cantaban con entusiasmo
y uno tras otro elegía algún himno. Varios de los presos seguían por
correspondencia, cursos de estudio bíblico del Instituto Moody. Se
desarrollaba todo en forma tan abierta y llana que me fue fácil hablar. Mi texto
era:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra
principados… contra malicias espirituales en los aires
” (Ef. 6:12).
Les conté a los hombres que en Ravensbruck adonde tan frecuentemente veía
la muerte a mi alrededor
había comprendido de pronto que la vida es, después
de todo, muy sencilla pero que somos nosotros quienes la hacemos
complicada
. El diablo es más poderoso que nosotros, pero Jesús es más
poderoso que el diablo. Si pertenecemos a Jesús, estamos de parte de la
victoria. Jesús vino a destruir las obras del diablo. No sólo estamos
esforzándonos hacia la victoria, sino que estamos luchando desde la posición
de victoria.
Después del culto, varios de los reclusos vinieron a saludarme. Con uno de
ellos, un hombre de color, mantuve una larga conversación, y por fin me dijo:
Hacía mucho tiempo que estaba buscando el camino de regreso sin hallarlo.
Ahora sé — Jesús es el camino.”


Tomado del Libro Amor, Asombroso amor, de Corrie Ten Boom

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