"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


martes, 4 de agosto de 2009

¿SABES ESCUCHAR?


Si usted le pregunta a alguien sobre su capacidad de prestar atención, seguro que la persona creerá que escucha y retiene más del 80% de lo que oye. Sin embargo, estudios científicamente dirigidos han demostrado que la capacidad de escuchar del ser humano solo alcanza un 25%. Los principales obstáculos para ser buenos oidores los ponemos nosotros mismos. Por ejemplo, en un salón donde se dará una conferencia, en una clase en la universidad o incluso, en una reunión de la iglesia, encontraremos gente que no pondrá esfuerzo para escuchar:

1. Algunos, porque esperan algo aburrido,
2. Otros porque esperan escuchar algo complicado, como aquellos que están predispuestos contra las matemáticas o estudios teológicos profundos.
3. Algunos otros no escuchan porque esperan oír algo elemental, muy por debajo de su nivel intelectual.
4. Otros van desechando lo que escuchan esperando oír solo los puntos más importantes. Ese es el caso típico de la persona que mientras oye va pensando: “¡cuantos rodeos para llegar al meollo del asunto!; ¿Cuándo aterrizará este charlista?

La velocidad promedio con que hablamos es de 250 palabras por minuto, y la capacidad de escuchar está estimada en 500 palabras por minuto. Esto significa que la persona que escucha tiene 30 segundos libres por minuto, y lo que suele hacer en ellos es dejar su mente divagar; por eso es tan fácil que si quien habla no es estimulante, los oyentes caigan en constante distracción.
En conclusión, si queremos ser buenos oidores, debemos escuchar con atención, concentrándonos. Escuchar eficazmente requiere esfuerzo. Por eso Jesús apelaba a la voluntad del oyente respecto a su mensaje: “El que tenga oídos para oír, oiga” Mateo 13:9. Y la facultad de oír es indispensable para que germine la semilla de la fe en las mentes y corazones de las personas. Entiendo que en la escritura oir es tambien obedecer: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. Escuchar atentamente es una muestra de respeto a quien nos habla, a la vez que una evidencia de nuestra calidad humana y espiritual.

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