"Jesús lloró". Juan 11:35
Prefiero no contar las veces que, vestida de luto acudí a funerales en los ultimos 2 años. Fuí a despedir a seres muy amados por mí, o acompañando amigos que también sufrieron pérdidas.
Si trato de describir las emociones vividas en tales momentos, puedo diferenciar claramente al menos dos formas de sentir que experimenté en unos u otros sepelios:
Prefiero no contar las veces que, vestida de luto acudí a funerales en los ultimos 2 años. Fuí a despedir a seres muy amados por mí, o acompañando amigos que también sufrieron pérdidas.
Si trato de describir las emociones vividas en tales momentos, puedo diferenciar claramente al menos dos formas de sentir que experimenté en unos u otros sepelios:
1. Una tristeza llena de incertidumbre y de pesar, cuando se mezclaba el dolor de la separación con la desesperanza de pensar que alguien a quien amaba se había ido sin confesar a Cristo como Salvador. En estos casos el duelo ha sido más largo y ocasionalmente la pena invade mi corazón con una oleada de amargura.
2. Una tristeza llena de resignación y esperanza, en que las lágrimas fueron mitigadas por el consuelo del Espíritu Santo, por la tranquilidad que da el saber que quien ha partido está en presencia de Cristo. En tales casos, las memorias suelen hacerme sonreir en paz, segura del destino eterno del ser querido.
Son momentos que hay que vivir. Recordemos la escena de Jesus ante la tumba de Lazaro.
Juan 11: 33 "Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente.
34 —¿Dónde lo han puesto? —preguntó.
—Ven a verlo, Señor —le respondieron.
—Ven a verlo, Señor —le respondieron.
35 Jesús lloró.
36 —¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos
Como Jesús, podemos llorar ante la tumba de quienes amamos. Solo asegurémonos de mostrar ese amor en vida, y de que nuestros parientes y amigos sepan que Cristo es el camino de salvación eterna, para bien de ellos y de nosotros mismos.
Como Jesús, podemos llorar ante la tumba de quienes amamos. Solo asegurémonos de mostrar ese amor en vida, y de que nuestros parientes y amigos sepan que Cristo es el camino de salvación eterna, para bien de ellos y de nosotros mismos.
A quienes amas, háblales de Cristo.
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