Cuando se ha estado cerca de la muerte, no se necesita llegar a ella para tener una muestra o una ilustración de la resurrección. Hace muchos años, más de 20, una trágica explosión llevó a mi padre y otros tres compañeros de trabajo al borde de la muerte. Tristemente, otros dos compañeros perdieron la vida en el mismo evento.
45 días de hospitalización en cuidados intensivos y meses largos de recuperación, dieron lugar a una dramática secuencia de dinámicas familiares. Las marcas y cicatrices están en su cuerpo... Verlo sanar, verlo volver a la vida, verlo de nuevo en su diario afanar, contando anécdotas de sus compadres y su viejos amigos me muestra que día a día las misericordias de Dios son nuevas, y grande es su fidelidad. Es como si nos lo hubieran devuelto a la vida. Sí, cuando veo la sonrisa de mi padre, sé que la vida es un hilo, que se rompe o no se rompe; y sé que vivir es un milagro nuevo cada día. Seguro usted también tiene alguna experiencia, algún milagro de vida para corroborarlo.
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