"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


viernes, 2 de abril de 2010

VIOLENCIA DOMESTICA


Por Marli Spieker
Una vez más llego a ti con mi corazón lleno de gratitud a Dios por tu participación en la oración. Hoy mi corazón se estremece cuando pienso acerca de los terribles abusos y sufrimientos en tantos hogares hoy día. Mientras escribo esta carta, estoy finalizando un viaje a Kenya y Etiopía donde he conocido y llorado con muchas mujeres que han sido lastimadas y aterrorizadas por sus maridos. Estoy asombrada de ver a las intercesoras y oyentes de Proyecto Ana en Kenya y Etiopía determinadas a luchar por sus matrimonios, orando fervientemente a Dios para que intervenga en la vida de sus abusadores. Aún cuando abandonadas o sufriendo en manos de sus promiscuos y alcohólicos maridos, ellas rehúsan darse por vencidas por el padre de sus hijos. Escuché varios testimonios de la fuerza sobrenatural experimentada, para perdonar y bendecir a aquellos que las maldicen. Ellas oraban con sus hermanas del Proyecto Ana, hasta recibir la respuesta a sus oraciones. ¡Esposos salvados por la gracia de Dios!

“Yo no sabía que no era normal”, así decía el titular de un diario de noticias en Singapur que leí hace unos años. Se trataba de la historia de una mujer de la India que contaba acerca de los golpes y palizas diarias que le daba su esposo. Recuerdo cómo luego tomé la determinación de exponer este mal, especialmente cuando Dios llamó mi atención a través de Proverbios 31:8, “Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos.”

El patrón de conducta violenta que acostumbra ganar y mantener el poder y el control sobre una esposa, no es sólo físico. El abuso más común es el emocional, que asusta, intimida, manipula, aterroriza, humilla y lastima a través de la denigración, culpa, insultos, palabras humillantes y constante crítica. El abusador trata de aislar a su víctima de los amigos y familiares, le controla el dinero, no le da afecto, le monitorea cada movimiento o salida y es rápido para asignarle culpas. He visto cómo esa clase de abusos deja cicatrices que van muy profundo y en realidad, pueden hacer más daño que algún abuso físico.

El espíritu de Satanás de desdén y desacato, ha desfigurado la imagen de Dios en cada ser humano. Muchas familias han llegado a ser un escenario de guerra y dolor. Hay esperanza y es por eso que oramos. La maldición de la caída, ha sido vencida por Cristo en la Cruz. Hombres y mujeres ahora son libres pata elegir y seguir el camino de la paz y el amor.

Estoy contenta que podemos pelear la batalla juntos, contra tal clase de mal. Oremos con compasión y pasión por las víctimas de violencia doméstica. Reclamemos la victoria en la vida de los abusados y abusadores, por medio del poder de nuestro Señor Jesucristo resucitado.
Confiando en Dios para que haga libres a los cautivos,

Marli Spieker
Directora/Fundadora del Ministerio Global
Proyecto Ana

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